1. Para eso estamos las amigas


    Fecha: 18/07/2022, Categorías: Lesbianas Autor: Helena, Fuente: TodoRelatos

    ... atenciones.
    
    —Pero no mientras te tengo sentada en mis piernas y a punto de meter la cara entre las tuyas— respondí provocándola, sabiendo que se iba a avergonzar por mis palabras.
    
    Se quedó quieta, aunque no se separó ni soltó mis hombros. La miré a los ojos, tratando transmitirle confianza y seguridad.
    
    —Estás a tiempo de arrepentirte, preciosa. ¿Estás segura de que quieres esto?
    
    —...— me devolvió la mirada y llevó las manos a las mías, que seguían en su culo, para hacer que la apretara más contra mí —. Sí, estoy segura. Quiero que lo hagas.
    
    Asentí y la tomé de las caderas para sentarla en el sofá. Atenta a sus reacciones, le fui desabrochando la blusa mientras le besaba el cuello, los hombros, las clavículas. Tomé una de sus tetas por encima del sujetador, haciéndola gemir. Lo desabroché con cuidado y las libré por fin, cogiendo una con mi mano fría y lamiendo el pezón de la otra. Se estremeció por el contraste de temperaturas, pero no parecía molesta mientras chupaba uno de sus pezones y pellizcaba el otro con cuidado.
    
    Gemía despacio con los ojos cerrados, dejándome hacer, disfrutando de las atenciones de mis manos y mi lengua. Los abrió para mirarme y decirme:
    
    —¿Puedo pedirte algo?
    
    Volví a subir hasta su oreja para susurrarle:
    
    —Pídeme lo que quieras, preciosa, me encanta escucharte.
    
    —Me gusta lo que haces, pero…—me miró nerviosa y la animé a continuar con una sonrisa —. ¿Puedes morderme?
    
    —¿Morderte? —me acerqué a sus labios —¿La oreja, el cuello?— le mordí el labio inferior —¿Los pezones?— se estremeció y supe que había acertado.
    
    —Sí…
    
    —Si, ¿qué?
    
    —Los pezones, muérdemelos.
    
    —Como desees, preciosa.
    
    Volví a agarrar sus tetas con mis manos, pero esta vez las junté todo lo que pude sin hacerle daño y me dediqué a mordisquearle un pezón mientras acariciaba el otro, húmedo por mis atenciones. Eva gimió en cuando mis dientes tocaron su piel y la torturé durante un rato, notando como se retorcía debajo de mí.
    
    Le di un último lametón y bajé la mano hasta el cierre de su pantalón. La miré a los ojos mientras lo abría y se lo bajaba hasta los tobillos. Tomé sus pies para descalzarla mientras le besaba las pantorrillas. Acabé de quitarle los pantalones y coloqué una de sus piernas sobre mi hombro, tal y como le dije que habían hecho conmigo. Dio un respingo, pero me permitió acercar la cara hasta sus bragas y comprobar lo húmedas que ya estaban. Soplé sobre ellas sólo para provocarle un escalofrío y acerqué mis labios hasta rozarlas.
    
    —¿Lista? —asintió con la cabeza y me retiró el pelo de la cara. Le sonreí mientras hundía mi boca en su coño, aún con las bragas puestas.
    
    Lamí y chupé todo lo que pude sobre la tela, sintiendo toda su humedad y calor. Enrosqué mis dedos en ella y tiré, retirándola por fin de su cuerpo. Miré de nuevo hacia arriba para encontrarme con sus ojos expectantes. Acerqué la punta de mi lengua a su clítoris y lo lamí despacio, suave, apenas deslizando y asegurándome de lubricarlo ...
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