1. Una simple puta


    Fecha: 14/07/2022, Categorías: Lesbianas Autor: Yessenia, Fuente: TodoRelatos

    ... noche.
    
    La observaba acercarse a mi mientras iba terminando mi cuarto vaso de Buchanans, caminaba despacio y sin apuros, justo el tipo de mujer que necesitaba. Ella sabía ir construyendo la magia del momento tomándose su tiempo, así como yo escribo este relato. Es decir, despacio dándome el tiempo de explicar los detalles mágicos del momento y no solo la descripción apurada e inmediatista de una simple escena pornográfica relatada vulgarmente. No ella tenía esa belleza aborigen y exótica para nada vulgar, mientras caminaba envolvía todo el ambiente con personalidad. Todas las miradas eran para ella, pero su mirada era solo para mí. Mis tetas sentían cómo la mirada de esta mujer me penetraba, como un macho rompiendo un himen. Sentía que mis pezones iban a romper la tela del vestido, y que toda la masa mamaria iba a quedar expuesta, y mi vagina estaba en plena secreción de mis meados sexuales, y pensar que ella aún estaba a cinco metros de distancia de donde yo la esperaba.
    
    Finalmente, llegó a mi lado a escasos 20 centímetros. Me puse de pie, y ella era quizás unos cinco centímetros más alta que yo. Su aroma era de un perfume cítrico suave que se me incrustó por las fosas nasales, llegó directo a mi corteza cerebral, para enviar todas las señales nerviosas para que cada milímetro de mi piel se erice tan solo percibiendo su aroma. Solo podía decirme en mi mente: “puta madre, que delicia”. La saludé con un beso en la mejilla, peligrosamente cerca de su comisura labial, la tomé de la mano y la invité a sentarse. Hice evidente todo el auditorio que presenciaba la escena que entre ella y yo existía cierta intimidad lésbica. Pido dos vasos más de whisky en las rocas, que ya estaban haciendo hervir mi sangre, pero lo que me estaba haciendo arder por dentro era su mirada de fuego con esos ojos endemoniados. Conversamos de todo un poco, mientras de forma disimulada tocaba mis senos con la excusa de acomodar el vestido para que no se me salgan las tetas, o en un inesperado cruce de piernas y muy al estilo Sharon Stone le mostraba mi peluda vagina. Luego de una hora en el que intimamos un poco más sobre nosotras, mi cuerpo clamaba por tener a mi disposición la desnudez de esta diosa costeña. Pedí la cuenta y pagué con uno de los varios billetes de cien dólares que cargaba esa noche y dejé una generosa propina, una táctica que aprendí de mis clientes masculinos cuando me querían demostrar que había el dinero suficiente como para que yo satisfaga hasta la más oscura de sus perversas fantasías.
    
    La tomé de la mano muy delicadamente, nos pusimos de pie y nos fuimos del bar caminando muy despacio contorneando nuestros cuerpos como diciéndole a las personas ahí presentes que en ese momento nos dirigíamos a tener la más pasional sesión de amor lésbico que nadie se podría imaginar. Me gusta imaginar cuántos de esos hombres se habrían masturbado ante esa escena, quizás alguna de las mujeres ahí presente escondiendo detrás de su envidio el deseo de acompañarnos ...
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