Una simple puta - Relatos Eróticos

Una simple puta

... llamada desde mi celular, y me contestó una voz dulce de esas que me enamoran desde el primer hola, pero me esforcé porque esa noche no quería amar, sino que iba a usar a la puta, como tantas veces me han usado. Le expliqué mis requerimientos, ella me dijo su tarifa, le indiqué donde la estaba esperando y me dijo que en unos 30 minutos llegaría.

En ese tiempo me tomé cuatro vasos de mi whisky favorito, Buchanans en las rocas, mientras desprecié tres tragos que me ofrecían algunos de los hombres ahí presentes. En ese tiempo de espera me permití sentirme deseada, no les daba el placer de devolverles la mirada, pero si me daba el gusto de sentirme mirada. Me daba el gusto de percibir cómo todos se baboseaban viendo como mis brutales pezones se marcaban en la tela del vestido, cómo estaban hipnotizados viendo como media teta se me salía del vestido, y como no se iban a salir mis tetas gordas y venosas, me sentía bien provocando, pero haciendo que mantengan su distancia. Había alguna que otra mujer en ese mismo bar acompañando a otros hombres, quizás eran sus esposas, novias, amigas, colegas o simples putas como yo, a ellas si les devolvía la mirada. Sus miradas decían todo, pero más que nada envidia. Eso me hacía sentir bien, porque sentía que detrás de esa envidia había deseo, y trataba de mirar a cada una de ellas con lujuria y lamiendo mis rojos labios, imaginando cómo sabría el coño de cada una de ellas. Mientras apuraba un trago más de whisky, y seguía imaginando la forma y sabor de la vagina de esas mujeres, mi glándulas vaginales se activaba. Una locura debido a la abundancia de mis secreciones, en vestido blanco y sin calzón, pero me importaba un carajo si tenía que salir del bar tomada de la mano de una simple puta y todo el vestido manchado.

Pasaron exactamente 35 minutos cuando una mujer ingresó al bar del lobby, era justo lo que deseaba, para nada una belleza tipo Hollywood, detestó la belleza de plástico hecha en quirófanos. Cuando buscaba por internet los servicios de damas de compañía, me esforcé por buscar una mujer que represente la belleza nativa y natural de nuestros países, quizás pensando que eso me garantizara que esta mujer no iba a estar depilada con su vagina hermosa, natural y llena de pelos como la mía, lo iba a descubrir en unos minutos. Aunque era una puta estaba vestida más decente que yo, por lo menos no se le salían las tetas por el costado. Sin embargo, llevaba un vestido que marcaba muy bien su voluptuosidad, unas tetas inmensas, caderas de anchas, de seguro ya tiene que haber parido un par de veces. La piel morena natural de nosotras las mujeres de la zona litoral, debería estar entre los 35 o 40 años, no la quería joven. Las jóvenes actuales son intensas y apuradas, esto no se trataba de andar aceleradas sino de disfrutar de todo segundo a segundo y milímetro a milímetro, tenía el dinero para pagar la noche entera. Su cabello era largo hasta casi la cadera, como virgen de pueblo, justo lo que necesitaba esa ...