1. Una simple puta


    Fecha: 14/07/2022, Categorías: Lesbianas Autor: Yessenia, Fuente: TodoRelatos

    Toda la vida he sido usada por los hombres como una simple depósito de semen, creo que si me has leído has visto a lo largo de mis reflexiones autobiográficas publicadas en esta página que, desde la primera noche con mi padre, y para ser precisa desde que sentí en mis papilas gustativas la primera gotita de líquido preseminal supe con absoluta claridad que el semen iba a ser una obsesión en mi vida, una obsesión que me ha llevado a convertirme en una simple puta enajenada. Con el tiempo entendí que esta obsesión seminal sabiéndola manejar para mi usufructo me podría rendir buenos réditos económicos que me han permitido tener una vida cómoda.
    
    Me sucede lo contrario con las mujeres con las que me relaciono de una manera lésbica, aunque al parecer también en la mayoría de los casos soy usada para su satisfacción sexual, me pasa que mientras estoy con una dama suelo entregarme hasta las últimas consecuencias. En otras palabras, los hombres solo me montan y me follan y me encanta, pero con las mujeres con las que he estado siento sinceramente que hago el amor con ellas.
    
    Luego de mi última experiencia en la que me enamoré de una mujer, y resulta que al igual que todas las demás personas a las que me he entregado solo me usó para satisfacer sus necesidades sexuales de momento. Pensé que yo también debería intentar experimentar cómo sería usar a alguien para satisfacer mis necesidades sexuales. Dado a mi carácter de sumisa total no podría hacer esto con un hombre, entonces pensé que podría contratar a una simple puta a quien poder usar para satisfacer mis necesidades sexuales.
    
    Fui al mismo hotel de cinco estrellas de los más de lujo en mi ciudad, el mismo al que había ido tantas veces a atender a mis clientes, y alquilé una habitación por 24 horas. Me dediqué a buscar los servicios de acompañantes disponibles en la ciudad y escogí a la mujer que deseaba. No quería una modelo triple A, lo primero que busqué fue una mujer sin las perfecciones de la silicona, sino las simples imperfecciones de la carne, quizás con estrías, pero voluptuosa, tetona y caderona como yo, quería esa noche que el sexo sea una mezcla de abundante carne y sudor revolcándose en la cama hasta reventar en un espasmódico squirt.
    
    Una vez seleccionada la mujer con las características que me apetecían, me arreglé. Digamos que me puse putísima, un vestido blanco al cuerpo muy alegante sin ropa interior y con toda la espalda desnuda, me puse los zapatos con los tacos más altos que tenía. Y en términos de la morbosidad masculina, me veía toda una yegua, se me salían las tetas por los costados, los pezones marcaban la tela y parecía que iban a romper la tela del vestido, las caderas anchas y las nalgas redondas. Estaba brutal, pero esa noche era para mí, no para ningún macho.
    
    Alrededor de las 7 pm bajé al bar del lobby del hotel, el mismo bar en el que tantas veces esperé a mis clientes o al que iba a sacar la frustración luego de algún inútil con eyaculación precoz. Hice la ...
«1234...8»