1. Corrompiendo a mamá Libro II -- Cap. 8


    Fecha: 09/07/2019, Categorías: Incesto Autor: JOS LIRA, Fuente: TodoRelatos

    ... viendo. Casi se me olvida que esa teta y la otra ya han sido profanadas antes por el hijo de puta.
    
    Pero entonces… me doy cuenta que el hijo de puta soy yo, y que no conforme con estar en esta situación frente a Nacho, a la vez estoy siendo partícipe de un sucio y ridículo juego de amamantamiento que tiene empalmado no sólo a Nacho, sino a mí mismo.
    
    —Tus ojos azules brillan, Sugeyita —le dice Nacho—. Conozco esa mirada lujuriosa. Casi puedo asegurar sin tocarte que tienes la concha empapada. Tus labios vaginales están brotados y te están escurriendo tus caldos por la entrepierna. El juego te gusta, ¿eh, putita? Quieres darle teta a tu hijo delante de mí, ¿no es así? Pues entonces hazlo, mami, dale a tu bebé teta. Empáchalo de leche materna. Termínalo de criar.
    
    Y es cuando advierto que Nacho lo tiene todo preparado. Todo lo tenía sumamente controlado. De la bolsa de plástico saca un bote con leche en polvo, el cual destapa y quita la laminilla superior.
    
    Nacho empuja el bote hasta donde yo estoy, y me dice:
    
    —Tito, cúbrele de leche en polvo la teta de tu mami, y tú, Sugey, usa tu propia saliva y un poco de vino para que el polvo se convierta en leche líquida. Después… tú… bebé sucio y pervertido, amamantarás la leche de tu mami hasta empacharte.
    
    Y todo esto es una locura. Una perversa y morbosa locura. Mamá bebe un poco más de vino para acumular humedad en su boca. Y yo la contemplo con verdadero asombro al contemplar dicha escena. Ella elegantísima, con el labial corrido por sus comisuras tras el beso prosaico que ambos nos dimos. Ella elegantísima, con el vestido negro untado en su cuerpo como un guante, con su cascada rubia cayéndole en la espalda y con la obscena particularidad de que tiene una enorme teta colgando en su pecho, fuera de su escote, mientras el otro permanece oculto en su vestido.
    
    —El polvo, nene, vamos, coge un puñado de leche en polvo —me ordena Nacho.
    
    Él, enloquecido por la perversión, disfruta masajeándose el enorme paquete por arriba de su pantalón. Yo, no obstante, hago lo que se espera de mí y agarro un puñado de leche en polvo. Hago un cono con ambas manos para repartir el puñado entre las dos y se lo muestro a mamá.
    
    —Muy bien, mi amor —me dice ella pellizcándome las mejillas—. Mami está muy orgullosa de ti, ¿quieres mamar teta, mi amor?
    
    Yo asiento con la cabeza, aun si el nerviosismo no me deja en paz.
    
    —Entonces formemos la lechita.
    
    Es decir aquello para luego tragar un poco de vino y luego echar ese vino sobre el polvo que tengo entre mis manos. Con sus uñas revuelve el vino con el polvo, pero en lugar de leche, todo parece un grumo rojo. Mamá sabe que para que se disuelva el polvo se precisa de agua caliente, pero ella simplemente finge ignorarlo para complacer a su ex amante.
    
    —Falta un poco más de humedad —dice mi madre.
    
    —Entonces escupe —le dice Nacho—. A tu bebé, que te ama tanto, no le importará amamantar leche con tu saliva, ¿verdad que no, bebote?
    
    Yo no respondo, pero él ...