1. Corrompiendo a mamá Libro II -- Cap. 8


    Fecha: 09/07/2019, Categorías: Incesto Autor: JOS LIRA, Fuente: TodoRelatos

    ... absoluto, pues más bien ha sido como una caricia. Lo sorprendente de todo es que mamá me haya pegado como si en verdad intentara corregirme.
    
    —No son esos los modales con los que te he criado, mi niño —me dice mamá, haciendo un gesto de fingida severidad.
    
    Ella parece haber entendido el papel en que Nacho nos ha querido poner. Miro a su examante y él va al tocador que está detrás de él y toma una bolsa que contiene no sé qué.
    
    Me vuelvo hasta mamá y trato de oponerme a la ridícula posición en que los dos pretenden someterme. Ser un bebé de brazos.
    
    —Mamá… yo no voy a…
    
    Ella me calla con un beso muy húmedo. Mete su lengua casi hasta mi garganta y luego la vuelve a sacar, diciéndome:
    
    —Ya has oído, bebé, los niños de tu edad no hablan, sólo hacen borucas. Así que no digas nada o harás enfadar a mamá y mamá te pegará otra vez.
    
    Cuando Nacho vuelve al sofá de enfrente pone la bolsa del plástico sobre la mesilla de cristal, diciendo:
    
    —Sugey, ¿cómo puedes ser una madre tan desconsiderada? Tu bebé llora, ¿no lo oyes? Tu bebé está inquieto…
    
    Yo me quedo helado, sin saber de qué mierdas está hablando el cabrón. Miro a mamá y ella me acaricia y hace pucheros como si de verdad intentara contentarme.
    
    —Seguramente mi bebé debe de tener hambre, Nacho.
    
    —Ya lo creo que sí —coincide él—. Me temo que lo correcto es que le des de comer.
    
    Abro nuevamente los ojos como plato y miro a los dos. ¿Qué nueva jugarreta traen entre manos y por qué yo me siento excluido de ello?
    
    —¿Te parece bien, Nacho, si le doy de comer a mi bebé? —Sugey pide autorización a su examante, mientras a mí me sigue tratando como un recién nacido, apretándome las mejillas y diciendo “¿None ta mi bebé hermoso? ¿Bebé tiene hambleee?”
    
    Y yo helado, sin poder decir nada, pálido como una vela de parafina.
    
    —Sácate una teta de ese seductor vestido negro Sugey, que con el escote que traes, pfff, casi se salen las dos —le dice Nacho—. Anda, mamacita hermosa. Sácate una teta y deja que cuelgue en tu pecho mientras la otra permanece resguardada.
    
    Mamá deja de tocarme. Se echa un poco hacia atrás y se masajea ambas mamas, como si quisiera saber cuál de las dos alberga más leche. Una jugarreta sinsentido pues todos sabemos que ella no está lactando.
    
    —Vamos, mami putona, amamanta a tu hijo, ¿qué no ves que tiene hambre y no para de llorar?
    
    Y con el corazón en vilo y mi verga tiesa, veo cómo mamá elige el seno izquierdo para “amamantarme” con las dos manos se acomoda el pecho y luego se baja la copa enorme de su vestido, de manera que en segundos una grandiosa y gorda teta queda al descubierto ante mí.
    
    El aire se me va. No sé por qué siento como si su pecho fuera más enorme que antes, cuando es evidente que sigue siendo el mismo de siempre. Contemplo su pezón gordito, duro, sonrosado, y esa areola enorme cual salami coronando el pezón. La teta resplandece de blancura. Es sumamente carnosa. Casi me da pena que mamá la tenga colgando de fuera mientras Nacho nos está ...
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