Keya Compartiendo la yegua Cap. 9 - Relatos Eróticos

Keya Compartiendo la yegua Cap. 9

... traicionaba, y tenía que ser Tomy, su dulce Tomy, el que debía salir de ella y rebenquerla para enseñarle, cuando debía estar cómodamente adentro suyo y cogiéndola como él se lo merecía.

Ella tenía que ser mejor.

En todos esos pensamientos extraños estaba la pobre, cuando Tomy la vuelve a ocupar calmándola y llenándola de pija

- Tranquila preciosa. Vos vas a poder. Yo confío en vos. Hoy te vas a ir con la concha educada.

Esa dulzura fue todo lo que necesito la maltratada mujer para darse nuevos bríos

Yo no debo acabar sin permiso de mi amor….ahhhhhh….yo no debo acabar sin permiso de mi macho…ahhhhh tengo que ser obediente….ahhhhh….tengo que ser una concha educada…ayyyyy….ayyyyy…ayyyyyy me viene….ahhhhhh lo tengo ahí Tomyyyyyyyyy ahí está…ayyyyyyyyyyyyy...

No acabes todavía

Ayyyyyyy…..ayyyyyyyyy. mi amorrrrrrrrr….

Ayyyyyyy…..dame un cachetazo por favor mi amorrrrrrr

El cachetazo llego pronto. Tomy entendía que tenía que darle un respiro a su enamorada tetona, y no la forzó más. Ya iba a haber más castigos extendiendo este corto aguante, pero la hembra lo había hecho bien.

Para Keya, el orgasmo aguantado había juntado fuerzas, como si un dique de placer se tratara, y cuando la obediente hembra recibió el cachetazo, lo dejó salir con una potencia que la atonto. Keya no paraba de deshacerse y convulsionar junto a tu joven macho, sintiéndose llena de pija, de placer y de orgullo. Lo había logrado.

Despues de eso Keya tuvo mil y un orgasmos. Tantos que perdió la cuenta de los cachetazos y los permisos para acabar. Cuando termino la tarde, tenía la cara y las tetas coloradas de los cachetazos y los besos intensos de Tomy.

Ya la tarde cerraba y Keya y Tomy seguían besándose como una pareja de castos enamorados. Ese día tocaba volver a su casa. Keya no pudo calzarse los jeans, el culo le dolía bastante y esa tela rustica amenazaba con una tortura adicional.

Tomy le preparo un vestidito, unas botitas y el camperón del otro día. Keya debía olvidarse de las bombachas. Las putitas no usan bombachas le había dicho Tomy rematando la frase con otro beso. Luego la acompaño al colectivo y la abrazó y protegió del viento hasta que llego el transporte, ahí la besó y la subió. Keya hizo el viaje parada, con el culo y la concha dolorida, y con una tonta sonrisa que se negaba a abandonar su hermoso rostro.

Eso tenía que ser lo más cercano a la plenitud absoluta.

…

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Espero que el relato siga siendo de su agrado. Si esto es así, agradecería mucho que lo califiquen. Si por el contrario, sienten que algo está mal, no duden en dejar un mensaje para que pueda mejorarlo.

Gracias y disfrútenlo!