1. Amor de madre Vl


    Fecha: 06/07/2019, Categorías: Infidelidad Autor: AlbertoXL, Fuente: TodoRelatos

    ... a él le interesaba, Alberto mencionaba que su prima hacía la calle en los polígonos industriales que bordeaban la autovía A3 dirección Madrid, y que se hacía llamar Vanesa.
    
    David miró el reloj y supo que no tenía sentido quedarse en el bufete, no dejaba de imaginarse a Tere paseando semidesnuda entre naves industriales en busca de clientes. Gómez estaba escuchando la declaración de una divorciada inteligente a la que iban a defender de una acusación de desfalco.
    
    — Disculpa, —les interrumpió David— ha surgido un imprevisto y tengo que marcharme.
    
    — ¿Qué pasa? —preguntó Gómez, inquieto.
    
    — Nada, tú termina. Mañana hablamos.
    
    Eran sobre las seis de la tarde y estaba en el centro de Valencia, así qué debió llegar a aquella zona sobre las siete y media.
    
    Mientras conducía, la imagen de Tere semidesnuda, dejándose acariciar en el asiento de un camión, le machacaba con la mecánica y despiadada tenacidad de un martillo hidráulico. La punta del taladro trituraba su alma una por una para convencerlo de que era un idiota, que no podía perder los papeles de una manera tan penosa, ni siquiera por su primer amor. Sin embargo, tuvo que pasar por toda la escala de la insensatez antes de recobrar la calma que le permitiese, al menos, engañarse a sí mismo.
    
    La evidente realidad era, empero, que seguía tan enamorado de Tere que no conocía palabras para expresar remotamente lo que sentía. La quería tanto que le dolía el pecho cada vez que recordaba la mirada esmeralda de la magrebí, y le dolían los dedos cada vez que evocaba su piel morena. La quería tanto que habría hecho cualquier cosa, que lo habría dado todo por ella.
    
    Nada más entrar con el Audi en el polígono de Cuart de Poblet, cerrado a esa hora de la madrugada, Alberto vio a un pequeño grupo de mujeres. Una de ellas se aproximó al coche, iba enfundada en una gabardina oscura y llevaba el pelo recogido en una gruesa coleta que acentuaba su altura en varios centímetros y contenía sus rizos para que no se desmandasen.
    
    Detuvo el coche a un lado de la acera, y la mujer dio una última calada al cigarrillo que tenía entre los dedos y lo arrojó a un lado. Después empezó a contonearse en su dirección. Caminaba moviendo las caderas de forma exagerada, un balanceo que a Alberto le pareció más extravagante que sensual, pero que alguien debía de haberle dicho que volvería locos a sus clientes. David pulsó el botón para bajar la ventanilla del acompañante.
    
    — Hola, guapo.
    
    La mujer mostró una sonrisa que resplandeció sobre su piel oscura como diamantes sobre un manto de terciopelo y, sin esperar invitación, abrió la puerta y tomó asiento a su lado. El habitáculo se vio inundado por una fragancia densa y empalagosa, un perfume infame que a Alberto le pareció diseñado para tapar otros aromas menos agradables.
    
    — Me llamo Leticia.
    
    Alberto acogió la presentación meneando la cabeza de un lado a otro y oteó los alrededores en busca de posibles testigos y le dedicó una mirada cansada.
    
    — Estoy ...
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