1. Amor de madre Vl


    Fecha: 06/07/2019, Categorías: Infidelidad Autor: AlbertoXL, Fuente: TodoRelatos

    ... el ángulo de las mandíbulas, la forma de la barbilla, el relieve de los pómulos, la nariz, integraban un conjunto armonioso y equilibrado.
    
    La chica carecía del grosor de los labios de Tere y de un relleno mínimo en las mejillas, que impregnaría su expresión con una mezcla de picardía y dulzura. Su cuerpo, sin embargo, acusaba una deseable desproporción. Sus pechos y caderas parecían excesivos en comparación con los delgados brazos y una cintura tan estrecha, un caos de volúmenes que aún conservaba cierta calidad juvenil.
    
    Tendría unos veintidós o veintitrés años, diez menos que él, y en ese momento le miraba de lado, recostada sobre la cama, y David intentó imaginarla cuando hubiera cumplido quince más, después de la maternidad, tras esas transformaciones que harían su cuerpo más regular, más redondo, más macizo, ensanchando su cintura y el diámetro de sus brazos y muslos, para deshacer la desproporción anterior sin que le gustase menos por eso, sino más bien al contrario.
    
    Dos minutos después David tuvo que lamentar la deslucida marca del bañador en el trasero de Elia, si bien para entonces su miembro viril ya retozaba dentro de la boca de la chica. Al mirar hacia arriba, sus ojos se parecían más a los de Tere, haciéndole rememorar la felación con que la magrebí le había sobornado para que se uniera a la banda de su primo.
    
    Los sonidos de succión revotaban en su cerebro, pues para entonces Elia ya se había apoderado de su falo, lo había lamido con aire travieso, y había jugado con su lengua alrededor del glande, inflamándolo más y más de manera que luego ocupase su boca por completo.
    
    Entonces la lengua de Elia comenzó a ondular las olas de ese pequeño mar de saliva, haciéndole perder el rumbo. Fue entonces, cuando su polla ahogaba los gemidos de la joven, cuando David cerró los ojos y dejó escapar el recuerdo de Tere de un océano de tiempo.
    
    Sin que se sintiera mal por ello, en su mente no era Elia sino Tere quien comenzaba a besar sus testículos con cuidadosa devoción. Era la charnega quien recorría su falo arriba y abajo provocándole exclamaciones de placer. Y aquella situación todavía se volvió más esperpéntica cuando David empezó a embestir brutalmente a una Elia de cuatro patas. Aunque él la agarraba de las caderas, la cama oscilaba vertiginosamente con cada arremetida. Sin dejar de frotar el clítoris de la muchacha, David jadeaba de placer e invocaba entre delirios el nombre de la magrebí a quién tanto había amado.
    
    Elia, ajena a todo salvo a la polla y los dedos de aquel apasionado cliente, ladeaba la cabeza para mirarle. Su rostro reflejaba un éxtasis compartido con el jinete que la cabalgaba, e incluso sus aullidos le jaleaban.
    
    Aunque para David aquella chica sólo era un capricho, un cremoso dulce con el aliciente de lo desconocido, se afanó en hacerla gozar. Espoleó su clítoris al mismo tiempo que la follaba, haciéndola gritar como a una chiquilla desquiciada. Elia era una potra joven y briosa, pero el caballero que ...