1. La Doncella (IX): El Infierno


    Fecha: 03/07/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Baron Ashler, Fuente: TodoRelatos

    ... múltiples curvas que arranca en el sótano y se ha usado para custodiar a prisioneros.
    
    ¿Qué o a quién tenemos que ver allí?
    
    Un premio que no esperábamos.
    
    Descendemos por la gruta, paredes y techo de piedra maciza, el suelo es tierra húmeda. Llevamos antorchas porque la entrada de luz es nula tanto durante la noche como durante el día. El ambiente es húmedo, ni frío ni calor pero húmedo.
    
    A unos veinte pasos de la entrada, después de la primera curva cerrada, Sancho para y coloca su antorcha en un soporte clavado en la pared.
    
    Allí a nuestros pies hay una mujer tumbada sobre un montón de paja, parece que intenta dormir y no lo consigue. Nos da la espalda y sin duda ha notado nuestra presencia pero nos ignora.
    
    Levántate… -dice Sancho con voz autoritaria.
    
    La mujer comienza a moverse lentamente. Oímos el inconfundible tintineo metálico que hacen las cadenas. La mujer está sujeta al muro por una cadena que termina en un gran grillete redondo alrededor de su cuello.
    
    La mujer se levanta por completo y se vuelve. Es una muchacha de edad similar a la mía, probablemente más joven. Cara hermosa, pelo moreno y piel muy, muy blanca, rosada en las mejillas. Un poco más alta que yo y un poco gruesa, entrada en carnes y con un precioso ombligo redondo. Está completamente desnuda, no puedo evitar pararme en su frondosa mata de pelo ahí abajo. Es lo que los hombres del Magreb llamarían una “mujer jugosa”.
    
    Te presento a “La Sultana” -dice Sancho.
    
    La mujer que lidera al enemigo estaba de paso en esta fortaleza y ahora es nuestra prisionera.
    
    Además del grillete al cuello (cerrado con un candado), la han encadenado de pies y manos. Lo típico: cinco eslabones (10 pulgadas) entre las muñecas y otros nueve (menos de veinte pulgadas) entre los tobillos. Así apenas podrá caminar lentamente y manejarse mínimamente. Los grilletes están cerrados con remaches, son permanentes, el herrero ha tardado poco en apresarla pero tardaría horas en liberarla.
    
    Me da igual quién digan que es, yo la conozco…
    
    ¡¡¡Mencía!!!
    
    Sancho no se lo puede creer cuando me ve abrazarla y apretarla contra mi cuerpo. Hablo con mis labios pegados a los de ella, bajito, pero hablo para Sancho:
    
    La conocí cuando ambas estábamos prisioneras en un barco, camino de un mercado de esclavos. Sí que te han pasado cosas…
    
    Me entregaron como esclava en el harén del mismísimo sultán. Cuando llegué ya no era el guerrero de leyenda que fue, más bien un viejo que no sabía dónde estaba. Le encantó mi piel suave y blanca y me hizo su cuarta esposa, creo que el resto lo puedes imaginar.
    
    Me separo de ella pero no puedo dejar de mirarla. Sancho se está empezando a incomodar. Oímos pasos, todos nos volvemos. Una antorcha se acerca… La trae una mujer alta y pelirroja.
    
    ¿Qué haces aquí Ramona?
    
    Sancho me encargó ocuparme de la prisionera. Ya veis que lo he hecho bien.
    
    Pues tráele agua y algo bueno de comer.
    
    ¿Puedo comerle un poco ese chocho moreno?
    
    Ramona se va… Sancho ...
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