1. La Doncella (IX): El Infierno


    Fecha: 03/07/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Baron Ashler, Fuente: TodoRelatos

    Llevo dos días aquí, o eso creo. Me han alimentado sólo con agua y pan duro. me han dicho que esta noche me interrogarán. Que una confesión rápida es lo mejor. Así podría ser condenada solamente a la prisión perpetua en una celda como esta. Si me resisto mucho, me espera una muerte que ellos llaman “purificadora”.
    
    Es de noche, ya no entra luz en absoluto. Abren la primera ventana, veo la luz de una antorcha tras ella. Me gritan, “Ven hacia aquí”. Me cuesta, arrastro cadenas y sólo me guía la luz tras la puerta.
    
    Abren la segunda portezuela. "Manos fuera y muy juntas". Como sospechaba me sujetan ambas manos con un cepo de hierro. Sólo entonces abren la puerta. Dos monjes me conducen por pasillos sombríos a la luz de una sola antorcha.
    
    Llegamos a una puerta, entramos. Hay como una antesala. Un hombre vestido de cuero me libera las manos. Inmediatamente grita: “Desnuda, te quiero desnuda”… Aterrada, obedezco. En cuanto estoy en cueros enseñándolo todo me sujeta una mano con fuerza. ¡¡¡Ay!!! Me retuerce el brazo. Me junta ambas manos atrás y me sujeta con el cepo.
    
    Ahora me pone una especie de collar al cuello. Es de cuero y cierra con hebilla, como un collar de perro. Sujeta una correa corta al collar y me obliga a pasar por la puerta del fondo.
    
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    No tengo más opción que seguir al verdugo hacia un lugar oscuro. Una vez dentro veo que es una estancia grande, abovedada, sin ventanas. Está iluminada por pebeteros en las esquinas pero la luz es escasa, apenas se ve el suelo. Frente a nosotros hay una mesa vacía. Los otros dos monjes nos han seguido, uno de ellos sigue llevando la antorcha. El tipo se pasea por la estancia como para enseñarme todo lo que hay allí.
    
    ¡¡¡Dios!!! Veo dos sillas metálicas llenas de pinchos, ambas con abrazaderas de cuero para sujetar de pies y manos a la víctima. La de mi izquierda tiene pinchos redondeados, los de la derecha son puntiagudos.
    
    El tipo sigue hacia una de las paredes. Cuando lo ilumina con la antorcha distingo claramente un potro. Luego camina hasta el otro extremo. Veo una cruz de madera en forma de X, distingo correas en los extremos, sin duda para sujetar una persona y dejar su cuerpo desnudo expuesto a lo que quiera hacer el torturador.
    
    Al terminar la macabra exhibición el hombre se coloca delante de mí y dice que tenemos que esperar al tribunal.
    
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    En esta situación, noto como mi cuerpo tiembla como un junco de una manera incontrolable. Mis dientes han comenzado a sonar como un instrumento de percusión. No puedo pararlos. También siento frío pero esa no es la causa, es el pánico.
    
    Por fin por una puerta lateral entran tres hombres. Tres monjes con hábitos perfectamente limpios y planchados. Ocupan la mesa de enfrente. El hombre del centro comienza a hablar, como todos aquí tiene acento extranjero, pero habla mi idioma a la perfección:
    
    Soy Pierre de ...
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