Pérfida - Relatos Eróticos

Pérfida

... mis manos.

- ¡Ay por favor! Te doy el dinero y que te envíe otro para mi ¿te importa?. - preguntó. - Si puede ser en rosa ¿si?

Me extrañó ese comportamiento, quizás no quisiera levantar la liebre en un mundo que no era el suyo, de momento.

Dos semanas después Nita presumía de teléfono y alababa lo buenas amigas que éramos.

Lejos de esa anécdota ese curso no fue en especial diferente.

Si quitamos las fiestas, algo más salvajes que en el instituto, el sexo, más intenso y diferente que lo vivido con el turista aquel. Y por supuesto, las materias más exigentes a la hora de las notas.

Tras terminar ese curso, comencé a trabajar en una subsidiaria de la empresa nodriza con el fin de adquirir experiencia.

Ese verano Nita me sorprendió invitandome a su casa de Miami. Una casa en una zona residencial con la playa a dos pasos. Fue un mes en donde junto con Asun y Sofía (ellas ya sabían) descubrí la verdadera cara de Nita. No hubo noche que durmiera sola, si llamamos dormir a follar como si fuera el apocalipsis. A ver, no seamos hipócritas Asun, Sofía y yo también hubo alguna noche que no dormimos solas, pero lo de ella era exgarerado. Era de esperar a que el o los amantes de turno (a veces se los tiraba de dos en dos) la dejaran exhausta pero no era así.

- No sé como puede estar toda la noche dándole que te pego. - pregunté una vez mientras desayunabamos las tres tras despedir a nuestros acompañantes nocturnos.

Ellas se miraron de manera dubitativa como si supieran algo a lo que no tuviera derecho a saber.

No quise indagar más y nos dispusimos para ir a la playa, Nita cuando se despertara nos acompañaría.

La respuesta a esa pregunta me la encontré dos días después en la zona VIP de la discoteca conde solíamos ir a divertirnos. Ahí descubrí el secreto de la energía de Nita, un polvo blanco de tras alinearlo con una tarjeta bancaria lo aspiró por la nariz gracias a un billete enrollado.

Mentiría si dijese que no me sorprendió, pero lo hizo. Tras aspirar la cocaina parecía que a Nita le habían puesto pilas nuevas, bailaba eufórica con dos maromos de color restregandose como una cualquiera. Nosotras nos dedicamos a dejarnos seducir por nuestros pretendientes, y nos olvidamos de ella. No sabemos cuando se fué, ni con cuál de ellos. Cuando llegamos a casa con intención de terminar la noche desfallecidas a base de orgasmos, descubrimos que Nita estaba siendo follada por ambos al mismo tiempo. En la sala principal, en la alfombra.

- Mirad perras, a esto se le llama hacer una Oreo. - nos gritó Nita con la mirada perdida entre jadeos y con el labio superior manchado de polvo blanco. Los amantes de Nita empezaron a reírse sin dejar de penetrarla.

Muertas de risa la dejamos hacer. Me giré para verla por última vez y pude ver con espanto como aparte de la capacidad de su ano (bastante entrenado dicho sea de paso) para adaptarse a los embites de semejante aparato sumado a los de la del otro acompañante que percutía con fuerza su ...