1. El ataque de los power bottoms


    Fecha: 01/07/2019, Categorías: Dominación / BDSM Gays Autor: SantiagoRodriguez, Fuente: SexoSinTabues30

    ... por un buen rato. Súbitamente, empecé a sentir mucho sueño y a bostezar como lagarto al sol. “Me cago de sueño, bebé; mejor me voy a casa, ¿qué hora es?” “Recién son las nueve, papi. Duerme tranquilo un toque, que yo te despierto a eso de las diez y media”, fue lo último que escuché antes de perder la conciencia.
    
    Desperté mareado y desorientado. No recordaba dónde estaba, pero sentía que me mamaban la verga deliciosamente. En lo que demoré en espabilarme, noté que los rayos del sol entraban por la ventana. ¡Ya era de día! Traté de incorporarme, pero no pude: ¡estaba enmarrocado por pies y manos! Forcejeé un poco más, pero fue inútil. Recién entonces noté que, de verdad, me estaban chupando la pinga. ¡Eran los dos gemelos! Ambos se besaban entre ellos con furia y con mi verga en el medio de sus bocas, subiendo y bajando por mi grueso tronco venoso y gordo.
    
    Grité, exigí una explicación, traté de sacármelos de encima o de golpearlos, pero quien quiera que me había puesto las esposas supo muy bien lo que hizo. No me dejó margen para moverme, aunque tampoco me incomodaba. Mientras tanto, los gemelos seguían en lo suyo: besándose con lengua y recorriendo mi verga al mismo tiempo.
    
    Nico pasó a acariciarme las tetillas y Sebas, los huevos. Sebas subió hasta mi pecho para recorrerlo a besos y dar lenguazos sensuales a mis tetillas mientras Nico engullía mi verga. Luego cambiaron y Nico se metió mis dos huevos a la boca mientras Sebas jugaba con su lengua en mi glande… y yo, con tales sensaciones y viendo a dos dioses griegos prendados de mi chota, me vine nuevamente lanzando trallazos de semen que salpicaron sus caras, mi cuerpo y toda la habitación. Me sorprendí, pues pensé que lo de la tarde/noche anterior me había dejado las bolas secas.
    
    “Esos huevazos son una fábrica de rica leche”, dijo Sebas y junto con Nico lamió con devoción la leche que había caído sobre mi cuerpo. “Chicos”, les dije, “esto está riquísimo, pero yo debo ir a trabajar… espero que no sea muy tarde ya… por favor, suéltenme”.
    
    “¡Estás loco!”, dijo Nico. “No te irás de aquí; recién estamos empezando”, completó Sebas. Terminaron de beberse la leche que había en mi cuerpo y salieron del cuarto cerrando la puerta con llave. Recién al irse noté que ambos tenían puestos solo suspensores rojos.
    
    Me habían dejado encerrado e inmovilizado en el cuarto donde pernocté. Era lo único que sabía, porque los motivos no me los imaginaba. ¿Qué querrían de mí? Raptarme no era una opción, porque mi familia no tiene ni para un octavo de rescate. ¿Usarme como objeto sexual…? Sería divertido, pero yo debía trabajar y no podía faltar y menos sin avisar. Se me pasó por la cabeza hasta la posibilidad de quieran sacarme un riñón o de que me vendan a traficantes de órganos… mis pensamientos se interrumpieron al abrirse la puerta.
    
    “¿Todo bien?”, me dijo Sebas. Les grité: “¡Estoy molesto! ¡Ya no me gusta este juego! ¡Suéltenme de una vez, carajo!”. “No pierdas fuerzas gritando, que no te va a ...
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