1. El ataque de los power bottoms


    Fecha: 01/07/2019, Categorías: Dominación / BDSM Gays Autor: SantiagoRodriguez, Fuente: SexoSinTabues30

    ... el culo y me encontré con un esfínter hermoso: rosado, lampiño y relativamente estrecho. Hundí mi cara en esa maravilla de culo y le di lengua hasta acalambrármela. Sus gemidos me ponían más a mil; la verga la tenía a punto de explotar. Yo ya no podía más así que me incorporé y se la clavé de un solo empujón.
    
    Gimió, pero aguantó bien. Empecé un mete y saca frenético, pero este chico además de “artista marcial” era un power bottom, así que, sin dejar que mi pinga abandonara su delicioso, caliente y húmedo recto, me puso de espaldas contra una pared y empezó a moverse para los lados y a darme potazos en la pelvis. Atrapado entre su culo y la pared, mi cuerpo solo rebotaba haciendo todos los ruidos posibles mientras el muchacho me decía obscenidades que me hacían perder la cabeza, todas alabando mi verga y resaltando lo machazo que yo era. Alcancé a morderle la nuca y casi le arranco un pedazo de cuello en el mismo instante en que la leche empezó a salir de mi pinga. Sí, me salía leche aún; imagino que no mucha, pero sí lo suficiente como para que el chico la sienta irrigar sus entrañas.
    
    Él empezó a apachurrar mi verga con toda la fuerza de su esfínter; se estaba viniendo sin tocarse. “Uff, qué macho que eres”, me dijo y al poco rato se sacó con cuidado mi pinga del culo. “Me hiciste venirme, ¡mira!” Apuntó con el dedo a los restos de su semen sobre el suelo mientras se sacudía la verga. Recién me dio por mirársela; soy activo y las vergas no me llaman la atención, pero la suya se veía en armonía con su cuerpo en forma y color. Me di cuenta que, con la calentura, ni me había fijado en la verga de su hermano. Ni siquiera pensé si tenía una o no. Luego recordé que me había hecho el sentón chino con los suspensores puestos, así que no se me la mostró nunca.
    
    El chico abrió la puerta y salió cerrándola detrás de él. Se fue sin despedirse. Yo me sentí usado: era un oso maduro de pinga grande y gorda y venosa con la cual unos gemelos jóvenes y hermosos jugaron hasta saciarse y exprimirme hasta la última gota de leche… ¡Qué bien se sentía esto de ser solo un objeto sexual!
    
    Volví a mear y a lavarme y pude salir del baño y subir al segundo piso sin que me atajara otro miembro de la familia. Las piernas me temblaban, la pelvis me dolía por los sentones de uno y los golpes contra la pared del otro. La espalda también empezaba a dolerme. Entré al cuarto de Sebas y me metí en la cama. Él parecía medio dormido. “¿Por qué demoraste tanto?” “No fue mucho tiempo; te parece más porque tal vez te quedaste dormido”, le dije y me eché a su lado. Él volvió a poner su cabeza sobre mi pecho. “Ya no te vayas, por fa”.
    
    El ataque de los power bottoms
    
    Acaricié su cabellera castaña medio ensortijada y él hizo lo propio con los vellos de mi pecho. “¿Tienes agua?”, le pregunté. “Sí, espérame un toque”. Salió de la habitación, se tomó su tiempo y regresó con un vaso de gaseosa helada, el cual despaché en un pispás. Regresamos a las caricias, las cuales continuamos ...
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