Una vida peculiar (Cap 9) - Relatos Eróticos

Una vida peculiar (Cap 9)

... el favor- dije fingiendo que me dolían los pezones. Me habría gustado decirle que no era eso, pero tenía que decir que sí a todo lo que me dijesen, no quería darle motivos razonables a mi ama para que me castigase.

Se acercó hasta mi posición, volvió a mirarme de arriba abajo, exactamente igual que ayer, y se centró en los pezones. Yo estaba muy baja para que ella llegase bien a mis pezones sin agacharse un poco por lo que me dijo:

-¿Podrías subirlas para que llegue mejor, por favor?

Ahora encima tenía que “ofrecerle” mis tetas para que me girase los pezones, esto era el colmo de la humillación y la vergüenza. Pasase lo que pasase, mi secretaria no volvería a mirarme con los mismos ojos. Llevó sus manos a cada pecho y entre dos dedos agarró los aros para empezar a rotarlos. Eran manos mucho más suaves que las de mi ama, lo hacía con delicadeza casi con mimo. Miré hacia arriba y vi que estaba incómoda, no sabía muy bien qué hacer. Después de unos segundos paró y se retiró.

-Pues ya está, espero no haberte hecho daño- me dijo.

-No me ha hecho daño, muchas gracias.

Después de un intercambio más de palabras, se fue de la oficina. Mi ama no volvía y ya era la hora de empezar la reunión, al cabo de unos segundos entró por la puerta.

-Mira que es inútil tu secretaria. Anda que voy y le digo que entre aquí y te pida lo que se le ocurra, de cualquier cosa, no solo de trabajo, y va y solo te habla de trabajo, en fin. Por cierto, llegas tarde a la reunión, pero no te preocupes, ahora mismo te preparo y te vas hacia allí.

Se acercó y me permitió volver a ponerme la blusa y levantarme de la silla para irme. Antes de irme sacó un pintalabios y me pintó los labios del típico rojo que llevan las putas. Llevó sus manos a la blusa y me desabrochó un botón más. Mi blusa estaba ahora con la mitad de botones abrochados y la otra mitad desabrochados. Iba con un escote que, al más mínimo movimiento o inclinación, se verían mis tetas al completo. Al menos iba con el culo libre, sin nada que me incomodase o distrajera. Me dio un azote en el culo y me dijo con una sonrisa:

-A por ellos puta, que llegas tarde.

Atravesé la planta en dirección a la sala de reuniones, persona que pasaba a mi lado, persona que se paraba a mirarme. Llegué y me encontré a los asistentes sentados en la mesa esperándome. “Perdón por llegar tarde, me ha surgido un imprevisto” dije y entré en la sala. Eran unas cinco personas en la sala, pues todas ellas no pudieron aguantar su mueca de sorpresa y se quedaron embobados cuando entré en su rango de visión.

Intentando aguantar mi vergüenza me dirigí hacia un extremo de la mesa donde había una pizarra, era la típica reunión de accionistas donde se ponían puntos en común y mejoras para el devenir de la empresa. Empecé el discurso detallando todos los puntos, miraba a cada uno a la cara y parecía que no me estaban escuchando, sino comiéndome con la mirada.

Después de unos minutos en la misma situación, una oleada de ...