Una vida peculiar (Cap 9) - Relatos Eróticos

Una vida peculiar (Cap 9)

Así terminó el capítulo anterior:

Lo que sí estaba claro era una cosa, cada vez estaba más claro que no era nadie, era un simple objeto que usar y divertirse con él. Iba a ser una semana muy larga con mi ama en el trabajo y con la veterinaria un fin de semana completo. ¡Y estábamos a lunes!

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Estábamos en el coche de camino al trabajo, hoy por orden de mi ama conduzco yo mientras ella va pellizcándome cada parte del cuerpo. Como es habitual en mí, iba completamente desnuda, menos mal que el coche que llevaba era grande y alto, por lo que no todos los conductores conseguían ver que no llevaba nada.

Mi ama no tenía sentido del peligro, le daba igual donde estuviéramos que el objetivo principal siempre iba a ser hacerme daño y humillarme, y en esa situación me encontraba ahora mismo. No por el hecho de ir desnuda, sino porque aparte de la desnudez, tenía una cadena enganchada a los aros de los pezones, que a su vez iba enganchada al pedal del freno, y cada vez que frenaba, mis tetas se estiraban debido a la tirantez, provocándome un continuo dolor agudo en mis pezones. Lo mismo pasaba con los labios del coño, estos estaban enganchados a una cadena que iba unida al acelerador. El camino en coche era por la ciudad, así que estaba en un constante tira y afloja con mis tetas y coño, cuando uno paraba de tirarme, me dolía el otro, así hasta llegar al trabajo.

Una vez en el ascensor para subir a la planta donde se encontraba la oficina, mi ama me dijo:

-Acuérdate, harás caso a todo lo que te diga Sandra, aunque no se ve que sea una chica con muchas luces en esto de la perversión, creo que no se piensa nada raro. Pero bueno, a obedecer si no quieres que te pase lo de ayer- acabó con una palmada en el culo.

La crema que le dio la veterinaria era mano de santo, hacía milagros. Ayer tenía mi culo hecho un cuadro y hoy al levantarme no tenía ninguna marca. Eso sí, todo lo bueno lo tenía de estético, porque pobre de esa persona que se aplique esa crema, escocía durante horas.

-Sí ama- dije a la vez que se abría la puerta del ascensor.

Una vez en la planta, Sandra se acercó a nosotras. Iba con una pila de papeles en la mano.

-Hola señorita, he recopilado los papeles necesarios para las reuniones de hoy y ahora mismo me pongo con lo demás.

-Oye oye, espera un momento, ¿no te acuerdas del trato de ayer?- le dijo mi ama.

-¿Eh? Ah sí, sí, pero no sé, he creído conveniente hacerlo yo, así le ahorraba un poco del trabajo.

-Pero si hicimos esto por eso mismo, para que no estuvieses saturada a trabajo como estuviste el viernes pasado.

-Mirándolo así... es verdad.

-Claro, así que bueno, ¿cuál será la orden hacia tu jefa?

-Mmmmm no sé, ahora mismo no tengo ninguna, cuando tenga una, me presento en la oficina.

-Perfecto. Pues luego nos vemos entonces.

Parece que mi ama ya se ha acoplado conmigo en la oficina, y da a todos por sentado que siempre está conmigo. Nos dirigimos a la oficina y una vez allí me ordenó ...