Donde las dan las Toman. 3/3 - Relatos Eróticos

Donde las dan las Toman. 3/3

... daba un beso al mirón y me iba a la cama a descansar, sin mediar palabra. Siempre hacia lo mismo.

Bueno, todo iba muy bien en mi vida matrimonial con los nuevos roles que nos habíamos impuesto de respeto y libertad de follar de vez en cuando con otros, lo teníamos todo controlado, pero la espinita de la nena que se estuvo tirando mi marido no me había salido del todo, y no fue hasta que hace ocho meses que pude hacerlo, cuando mi esposo tuvo un problema en la espalda con las cervicales. Le acompañé al hospital tras haberle saltado al primero de una larga lista de espera, donde le detectaron una hernia discal tras hacer un TAG. Lo primero que hicieron los médicos tras la valoración, fue ingresarle en una planta de mi hospital, y por deferencia hacia mí para que pudiera estar más pendiente de él sin dejar mis obligaciones, justo en donde yo trabaja. Hasta ahí todo perfecto para él, porque por fin, podría pasar más tiempo con su esposa, pero no tanto para mí, que era donde tenía campo de trabajo con mis escarceos…, los cuales me valieron para hacerme valer frente a fornicador de Carlos.

Lo subimos a la última planta acompañado por mí, que saludaba mientras a los compañeros que se nos cruzaban, y ya arriba del todo, también saludaba a algunos pacientes como hacía todos los días por costumbre. Llegamos a la habitación, la última habitación del pasillo, sola para él. En la habitación de enfrente había un paciente, llamado Eugenio de 68 años, el cual solía ingresar de manera recurrente por problemas respiratorios de su abuso del tabaco. Tras un refuerzo de oxígeno durante unos días, volvía a su vida cotidiana como si no le ocurriese nada. Eugenio, es un hombre amable pero bastante salido pese a su edad, ha tenido tres esposas y a las tres las preñó tres veces, sin contar los hijos que haya tenido fuera del matrimonio, por lo visto todo un Don Juan.

El señor, se asomó por la puerta, me llamó dos veces y abrió para saludarme y darme dos besos, eso me gustaba de mis pacientes reincidentes, porque demostraba mi valía en aquel hospital, toda valoración siempre es poca para conseguir permisos, menos horas de trabajo o puestos que me agradan más que otros…. Aquel puesto y turno que tenía lo había ganado a base de cortesía y entrega a mis paciente… presenté a Eugenio a mi marido que debía estar alucinando con mi prestancia en aquel hospital donde tan a gusto trabajaba, y ahora él sabría por qué.

Acompañé al vejete a su habitación mientras me iba contando como estaba de salud el pobre. Nos paramos en medio del pasillo para hablar de nuestras travesuras y de cómo se hallaba su libido de subida, hablamos en voz baja para no molestar a los pacientes. Eugenio era un caso muy especial de macho semental que me traía como loca, no solo poseía una verga descomunal que se le ponía muy dura y gruesa, sino que se empalmaba muy rápido como un jovenzuelo adolescente, además de aguantar como un toro… aún follaba de maravilla a sus casi 70 años. Ya más alto, con el ...