1. Donde las dan las Toman. 3/3


    Fecha: 11/03/2019, Categorías: Infidelidad Autor: fuego de Hefesto, Fuente: TodoRelatos

    ... como la anterior, y una sonrisa se le dibujó de oreja a oreja, de ahí que me decidiera a prescindir de los preámbulos y bajara la sábana para encontrarme con su mano cogiéndose el garrote en plena erección. Seguramente estaba a la espera de mi llegada deseando continuar donde lo habíamos dejado la noche anterior. Por otro lado, creo que se percató de cómo mi boca se abrió involuntariamente al observar su polla de caballo completamente tiesa, pero me dio igual. Mi mano se apoderó del inhiesto falo e inicié un movimiento repetitivo al tiempo que veía el goce que reflejaba su cara.
    
    Sin poder evitarlo me arrodillé en la cama y me dediqué a hacerle una mamada en la que sus gemidos eran reflejo del placer que le provocaba. Al mismo tiempo, su mano incursionaba por debajo de mi bata para llegar a las zonas húmedas. No sé si fue la mejor felación de su vida o una más, lo que tengo claro es que yo nunca había tenido una verga semejante, ni en mi mano, ni en mi boca, y mucho menos dentro de mí. Si los días anteriores estaba encendida, ese día no sé calificar como me encontraba. Mis flujos manaban de mi coño sin contención de ningún tipo…. Me quité las bragas desesperadamente y me posicioné sobre aquel tronco. Lo cogí primero para tantear el canal, aproximándolo a la entrada y fui dejándome caer lentamente sintiendo como mi vagina asimilaba cada centímetro de aquel cimbel. Mi suspiro fue una fiel transcripción del placer que me producía tener su polla dentro de mí, pero no contenta con ello, inicié un movimiento lento de arriba abajo y de lado a lado, mientras sus manos desabrochaban mi bata y se aferraban a mis tetas desnudas. Poco a poco sentí la necesidad de acelerar el ritmo saltando encima de él como una amazona y gimiendo irremediablemente.
    
    Aunque era difícil que alguien entrase, puesto que cada una teníamos la asignación de nuestras tareas, no quería que mis gemidos me delataran, pues la quietud en esos momentos en los pasillos era total y mis frenéticos gemidos originados por el fulgor de los embates en mi coño sobre el extenso mástil, eran un peligro que perturbaba la paz del lugar, de modo que tuve que contenerme para no gritar de placer cuando un poderoso orgasmo golpeó mis entrañas y se apoderó de todas las terminaciones nerviosas de mi cuerpo. Unos segundos después noté la aceleración de sus gemidos en donde comienza el orgasmo masculino, arrecié con mayor celeridad mis embates bajando hasta su gordas pelotas y rebotando una y otra vez sin sacar más de la mitad del enorme falo que me atravesaba las entrañas… a los pocos minutos lo noté, sentí como él cooperaba en las inserciones dándome un severo azote con sus huevos en mi coño, hasta que percibí las convulsiones de su verga eyaculando dentro de mí. Le daba duros sentones bajando cada vez más el ritmo, y apretaba mi coño contra su garrote vil, extrayéndole hasta la última gota de lefa que almacenaba en los depósitos lecheros… sentí que le había drenado hasta la última gota de esperma ...
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