Entregué mi virginidad en el metro de madrid - Relatos Eróticos

Entregué mi virginidad en el metro de madrid

... partes.

- Joder que matojo tienes, cariño. Eso hay que solucionarlo.

Me compró un par de braguitas y sujetadores y me llevó en volandas al centro de estética. Allí me depilaron piernas y pubis y cuando terminaron mi tía me miró sonriente.

- Te han dejado el chichi más peladito que el de un bebé.

No pude evitar reírme y le abracé con todas mis fuerzas.

- Gracias tía, nunca podré agradecer lo que has hecho por mí, me has cambiado la vida.

Y eso fue una premonición, porque efectivamente me la había cambiado por completo.

Esa noche salimos a cenar juntas y por primera vez comprobé como los hombres me miraban de arriba abajo sin apartar la vista al ver mi cara.

- Sara. ¡Estás para comerte! – dijo mi tía- Ahora tienes que buscar un chico que te dé alegría al cuerpo, y no seas como tu madre, que debe rezar cada vez que folla con tu padre.

- ¡Jo! Tía. No digas eso que me da mucha vergüenza.

- No seas boba y disfruta de ese cuerpazo que te ha dado Dios, en cuanto tengas la primera oportunidad…. ¡A saco!

Me avergoncé al escucharla, pero al recordar lo que decían mis compañeras de clase no pude evitar que mi sexo se humedeciera, mi braguita se mojó irremediablemente y deseé que cualquiera de los hombres que allí estaban me tomara e hicieran conmigo todas las guarradas que les había escuchado a ellas.

Mi tía vio como me movía inquieta en la silla y pareció adivinar lo que me pasaba.

- ¿Ves como te miran esos hombres?

Asentí con la cabeza.

- Pues todos ellos pagarían una fortuna por meterse esta noche entre tus piernas.

Intenté decir algo, pero no me dejó.

- Shhhh. Calla. Se lo que tu madre te ha enseñado. Que tienes que ser buena,.. blablablá blablablá…., y tienes que llegar virgen al matrimonio. Pero mira de qué le ha servido a ella, es una infeliz. Quizás yo no sea el mejor ejemplo para ti, pero he hecho con mi cuerpo lo que he querido, me he follado a todos los tíos que me ha dado la gana y aquí me tienes, disfrutando la vida como nadie.

- Pero tía. Es que no sé nada de sexo, no tengo experiencia.

- No importa, en internet lo tienes todo y la experiencia se consigue con el tiempo, tú déjate llevar, y cuando veas que algo te gusta, pruébalo y disfruta.

- Ya, para ti es fácil decirlo, pero es que yo...

- No me asustes. Algo habrás hecho, aunque sólo sea pajas.

Me ruboricé de tal forma que mi tía me miró preocupada.

- Perdona que sea tan bruta, cariño, pero es que no entiendo la educación que te han dado tus padres.

- Déjalo, no importa.

- ¿Te has masturbado alguna vez?

Miré a un lado y a otro asustada por si nos habían escuchado.

- ¡Jo! Habla más bajo.

- Perdona Sara. ¿Pero lo has hecho?

Me daba mucha vergüenza reconocerlo, pero esquivé su mirada y respondí.

- Siiii, una vez.

- ¡¡Una vez en dieciocho años!! Joder, Sarita. El día que te echen un buen polvo vas a alucinar en colores.

Lo dijo tan alto que los de la mesa de al lado se giraron para mirarnos. Me sentí ...