1. El regalo: Un antes y un después (Vigésima tercera parte)


    Fecha: 26/06/2019, Categorías: Infidelidad Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... observaba. No le di mayor importancia y en brassier y tanga, salí del baño hacia la cama donde había dejado la ropa con la cual me vestiría.
    
    —Mira, tienes un mensaje del señor Bárcenas. ¿Te lo leo? —Sí claro por favor, mientras eso me visto y me maquillo. —Le respondí de manera inocente.
    
    «Mi ángel, aún me demoro un poco. Me he encontrado con un antiguo compañero de diplomado, es un gran amigo de Norteamérica. Pero al llegar al hotel me gustaría salir por ahí contigo y recorrer la ciudad. Cenamos juntos y de paso hablamos. Estoy muy orgulloso de tenerte a mi lado. También como tú, es mi primera vez aquí y me gustaría dar un paseo contigo. Te avisaré cuando llegue. Un beso».
    
    ¡Plop! Yo me quede literalmente de piedra con mi falda a medio subir, mi blusa sin abotonar y mi boca tan abierta como los ojos de Antonella, quien no dijo nada más pero sí, dejó la bella italiana vislumbrar una maliciosa sonrisa.
    
    —Ehhh, no es lo que piensas, te lo aseguro. Es solo que mi jefe… Es una historia un poco larga y privada, pero entre él y yo no exis… —Antonella me interrumpió con su dedo índice presionando levemente sobre mis labios, la no pedida explicación.
    
    —No te preocupes Silvia, no es de mi incumbencia tu vida privada. ¿Te ayudo? —Y acercándose a mí, me fue abotonando la blusa de lino fucsia, pacientemente botón tras botón. Entre tanto yo con mis dos manos ajustaba finalmente la falda a mi talle.
    
    Tomadas de la mano, como un par de antiguas amigas, cruzamos la amplia recepción y salimos de aquel hotel. Entusiasmada por conocer un poco la ciudad pero teléfono en mano, pendiente de dos llamadas. La más importante la de mi esposo, para proporcionarle tranquilidad. La segunda la de mi jefe, dispuesta a solucionarle cualquier necesidad.
    
    Fui conociendo varias calles con sus plazas adoquinadas y plenas de monumentos e historias, a veces un poco distanciadas las dos, en otra de ellas ampliamente espectacular, a la orilla de un rio, el brazo de Antonella asediando afectuoso, mi cintura. Pasamos frente a la catedral metropolitana de San Juan Bautista, e hicimos una breve oración frente al relicario que resguarda al Santo Sudario. Luego nos dirigimos caminando hasta el museo egipcio, que desafortunadamente no alcanzaría a recorrer con la tranquilidad necesaria, por lo tanto mi bella asistente tomando mis manos entre las suyas, me dijo que lo dejaríamos para una próxima vez y me llevó hasta un local para saborear un famoso y cremoso helado que nos supo a gloria aunque sí que me sorprendió un poco, su cariñosa forma de limpiar con su meñique, rastros de la crema en un esquina de mi boca para luego chupárselo.
    
    Ya anochecía y sentadas en una banca de madera, en la calle del frente del hotel le pregunté finalmente donde había aprendido a hablar español, mientras yo reposada, aspiraba un mentolado.
    
    —Siete meses en Buenos Aires. —¡Qué bien! Le respondí.
    
    —¿Estudiando o trabajando? —Le indagué, sin parecerle una entrometida.
    
    —Nahh, solo persiguiendo ...
«12...8910...19»