1. El regalo: Un antes y un después (Vigésima tercera parte)


    Fecha: 26/06/2019, Categorías: Infidelidad Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... Antonella, quien presionando suavemente mi cintura con su mano, me conminó a hablar ante ellos sin temores ni nerviosismo y exponer nuestras ideas de reorganización financiera con total profesionalismo. ¡Hummm! Pero más tarde en el hotel y ya a solas él y yo, le haría saber de mi leve enfado.
    
    —Signora Silvia, ¿Gusta tomar su desayuno aquí o en su oficina? —Y dale con el cuento de “mi oficina”.
    
    —Antonella, vamos a la oficina y dejemos esta sala de juntas para que los hombres puedan platicar un poco. —Y salí de allí, caminando al lado de la bella asistente, que en sus manos portaba la bandeja cromada con un cappuccino, tostadas, huevos con tocino y unos sobres de sal y salsas, además de los cubiertos de plata.
    
    El personal tanto masculino como femenino, nuevamente detuvo sus quehaceres y desde sus puestos de trabajo, a la par de un divino Francesco y de su hermoso novio Doménico, me aplaudieron y saludaron. Yo agradecí aquel gesto con mi mejor sonrisa y el agitar de mi mano derecha, respondiendo a su amigable festejo.
    
    —Cierra la puerta por favor y siéntate, le dije. —Antonella en silencio acató mis órdenes y con bastante garbo se sentó en frente de mí, acomodándose su azabache melena hacia el lado derecho.
    
    —¿Me va a entrevistar o hice algo incorrecto? —Me preguntó con timidez, bajando su mirada y en sus labios un mohín infantil, esperando la reprimenda, que me pareció enternecedor.
    
    —¡Jajaja! Ni eso ni aquello, le dije señalándole el sobre amarillo que contenía su currículum vitae. —Antonella, muchas gracias por tu apoyo, gracias a ti no me sentí cohibida. Me diste mucho valor. Además, si te colocaron aquí en este cargo, no creo que haya sido por lo preciosa que eres ni tampoco… ¡Porque hables bien el español! —Y se iluminó de nuevo su rostro de muñeca de porcelana, resplandeciendo con tranquilidad y satisfecha con mi respuesta, su risa contagiosa resonó en la amplitud de aquella oficina.
    
    Y en mi teléfono, el sonido de una llamada activó dentro de mí la emoción. Hice la señal con mi dedo índice anticipando a mis labios, para que la asistente italiana se mantuviera en sepulcral silencio.
    
    —¿Amor?... ¡Hola mi vida! Precioso mío te extraño mucho. ¿Cómo estás? —Lo saludé con efusividad e inocencia.
    
    Rodrigo me habló con emocionadas palabras, exponiéndome con gran entusiasmo su afortunada visita de negocios. Me pidió que hablara con mi madre para que se encargara el viernes de cuidar a los niños en su casa, debido a un compromiso comercial. Debería estar presente en la entrega de los dos vehículos, y le era imposible evadir ese compromiso. Lo sentí plenamente feliz, y esas ventas solo tenían titilantes cifras en verde para el próximo mes. Y yo, también emocionada le relaté como me fue en la reunión, pero o no me escuchó bien o simplemente debido a su estado alterado, lo pasó por alto y no me felicitó.
    
    —Mi amor, mañana en la noche debo asistir acompañado. Digamos que es una exigencia por puro protocolo, así que sin estar tú, iré ...
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