1. El regalo: Un antes y un después (Vigésima tercera parte)


    Fecha: 26/06/2019, Categorías: Infidelidad Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... con mi dedo índice sobre los lugares adecuados, con seguridad le dije a la mujer…
    
    —Solo firme aquí, acá y encima de esta línea también.
    
    —Pero que hombre más bellaco me has salido, Rocky. ¡Haber, presta acá! —Y colocando su mano derecha cubriéndose un poco los ojos, recibió mi estilógrafo desechable y firmó con mucha destreza y en letra cursiva, donde le indiqué sin rechistar nada más.
    
    —Listo. Entonces y no es por ser descortés, pero como la cuestión es de afán… ¡Yo me esfumo de acá! Por favor Thomas, esta es la suma a girar y aquí está el número de la cuenta bancaria. Me marcho, ya que debo salir disparado como «volador sin palo» para el concesionario y estar pendiente del alistamiento y el traslado. —Les mencioné a mis sonrientes y asombrados clientes.
    
    —Rocky, le esperamos mañana con su pareja, póngase ropa cómoda, que el «bochinche» será para largo. Aunque creo que aquí no la necesitará. —Se despidió de mí la risueña Mechas–. Y no se le olvide traer puesto su brazalete. Muchas gracias por su atención y ya tiene mi número telefónico por si necesita algo adicional. —Me dijo finalmente Thomas, estrechando con moderada fuerza mi mano y Mechas, dos besos en las mejillas me brindó.
    
    Y feliz por el doble negocio, salí de la oficina. El titán que me recibió, fue el mismo que escoltaba mi salida; debía ascender las mismas escaleras por donde había ingresado, solo que esa vez me fijé en el dintel y aquel letrero amarillo que rezaba… ¡Salida de Emergencia! Miré con asombro al fornido guardián y este comprendiendo mi extrañeza, me dijo en palabras cortas y afrancesadas… ¡La entrada principal se encuentra a la vuelta!
    
    Y ya fuera con mis lentes de sol puestos, me senté en una de las mesas de madera bajo un parasol. La mesera se fue acercando y yo feliz le saludé y le dije… —¡Un café oscuro con dos de azúcar, por favor!–. Y tomé de la cajetilla un cigarrillo y del bolsillo izquierdo de mi pantalón, el zippo plateado.
    
    Hummm… ¿Pareja para mañana?... ¿Silvia? ¡Mierda! Tendría que llamarle y saber cómo le fue en su reunión.
    
    …
    
    —¡Bravíssimo! Appoggio la proposta. Bellísima mostra, Silvia. ¡Ben fatto, ben fatto! —Y me abrazó con fraternal encanto, el padre de Francesco al terminar yo de ofrecerles aquella exposición, los demás hombres allí reunidos, celebraron haciendo sonar el cristal de sus copas.
    
    —Muchas gracias, pero aquí, las ideas generales son de don Hugo. —Le respondí al señor Bianco y de inmediato posé mis ojos en los grises descoloridos de don Hugo, sonriéndole por fuera pero enojada por dentro, pues tan solo empezar la reunión, muy orondo se sentó él, junto a los otros seis septuagenarios socios italianos, hombres canosos, de piel rosácea y casi todos ellos calvos y barrigones, exceptuando al padre de Francesco, –un hombre flaco y alto, con nariz aguileña y ojos negros, mirada profunda y la piel ajada– dejando totalmente sobre mis hombros la presentación de los informes de gestión.
    
    Afortunadamente, a mi lado siempre estuvo ...
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