1. El regalo: Un antes y un después (Vigésima tercera parte)


    Fecha: 26/06/2019, Categorías: Infidelidad Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... guió por un estrecho pasillo y ascendiendo unas amplias escalinatas, llegamos hasta un corredor con al menos ocho puertas, cuatro a lado y lado. Llegando a la penúltima a mi derecha, la joven golpeó la madera tres veces seguidas y dos después. Finalmente el esposo de la Mechas, abrió y la chica se marchó sin musitar sonido alguno.
    
    Thomas se atragantaba con los inmensos melones de la Mechas, desnudos los dos, sobre el lado izquierdo de una cama impresionantemente grande. A un lado, un amplio sofá de piel rojo y para cuatro personas, donde Almudena bebía del néctar de la entrepierna de Paola, quien con sus ojos cerrados, acompasaba el ritmo de la comida de coño, con su mano derecha pellizcando el pezón cereza de su seno izquierdo. Y Martha… La mujer del tormento mío, sentada al otro extremo, perdía una mano en el medio de sus piernas abiertas. Los dedos se cebaban en la humedad de su vulva. Labios henchidos, los de su boca también; párpados completamente cerrados, abandonada ella a la espiritual libertad de privadas sensaciones, sintió como el mulato acariciaba su seno libre de caricias pero de inmediato, abriendo sus acaramelados ojitos de miel, resuelta le apartó su mano y cuando me vio allí de pie a dos pasos de la puerta, sonriente me invitó.
    
    Me acomodé de rodillas a su lado, y ella virando levemente, me ofreció la visión de su sexo abierto y brillante, rosados sus labios, tan recorridos y disfrutados por la personal experiencia de sus dedos. Por varios minutos friccionó los pliegues laterales, y después se concentró en hacer círculos concéntricos sobre su endurecido botón. Gimió con dulzura, y mirándome, mencionó entre sus jadeos, mi nombre.
    
    Paola, también acabó en la boca experimentada de Almudena y recompuesta después de disfrutar del éxtasis, se puso en pie y se acercó por fin a mi lugar. Thomas boca arriba, Mechas encima, morreándose con él y su esposo, lamiendo el culo y algo más, –lo que se le atravesara– disfrutaban enredados en esa cama.
    
    —Esto está muy bueno, pero debo irme ya. Sabes bien que tengo que trabajar. —Le mencioné en el oído a mi rubia tentación, quien desprovista de tela que cubriera sus hermosos pechos, pegada a mi torso, me besaba el cuello mientras su mano con agilidad, palpaba por encima de mi bóxer, la dureza de mi verga.
    
    —Anda nene, no seas así, quiero que me jodas bien la cuca y me la hundas bien adentro de mi culo. Ya es tiempo de que te liberes, «Rolito precioso». —Me dijo con una voz muy sensual y su mirada encendida de destellos verdes.
    
    —Lo siento, respondí. —Y mirando a Almudena que se abrazaba a su amiga Martha, me acerqué para agradecerle y despedirme.
    
    —Bueno tesoro, pues es una lástima, pero eso es lo que me encanta de ti. —La miré torciendo mi boca, al tiempo que ladeaba un poco mi cabeza en señal de no comprender.
    
    —Tu férrea templanza, cariño. Es un don que pocos poseen. Te acompaño hasta la salida, pero yo si me quedo otro rato. ¿Te vas tú también querida? —Le habló, pero no a Paola ...
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