1. El regalo: Un antes y un después (Vigésima tercera parte)


    Fecha: 26/06/2019, Categorías: Infidelidad Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... también, aferrándose a mí con algo de temor. Las salas donde por el jaleo y los gritos, imaginaba como andaba dentro la situación, las obviamos y pasamos de largo. Llegamos por fin a un sitio reconocido por mí. La amplia sala donde a esa hora ya estaba todo organizado y con los festones elevados, bailaban varias parejas, y otras en grupitos de a tres, casi desnudos.
    
    «Rodrigo Cárdenas». Rezaba un letrero blanco sobre una de las pequeñas mesas negras y dos más allá, la mesa de «Almudena Martínez». Y tomando del brazo a Paola, me separé de la mano de Martha y pensé… ¡Hasta aquí fue!
    
    Paola se sentó a mi diestra y yo tomé la jarra de agua mineral y serví un poco en los dos vasos. Enseguida se acercó una núbil jovencita, ataviada a la usanza, con una bandeja y una botella de Aguardiente, otra de escocés y adicional, una bandeja con apetitosos pasantes.
    
    Entre tragos y amena charla con Paola, recordando nuestras respectivas rumbas en nuestras ciudades de nacimiento, bailamos algunas bachatas, dos o tres de salsa y un vallenato de Jorgito Celedón, fueron transcurriendo las horas hasta que el Dj detuvo la rumba y la voz de Thomas retumbó por el lugar.
    
    —¡Sean todos ustedes bienvenidos a este festejo por el cumpleaños de la mujer más bella de nuestro universo! —Y pasó su brazo por encima del hombro de un joven mulato que sonriente, permanecía a su izquierda. Y todos aplaudimos, haciendo presencia aquella mujer de cabellos ensortijados, ataviada por igual que el resto de las mujeres de su vestimenta romana.
    
    Una pantalla inmensa se iluminó y allí estaba enfocado por una cámara de video el auto negro que me habían comprado. Thomas con Mechas en medio de él y del otro hombre, besándola primero y luego Mechas al que estaba a su lado, comentó con orgullo que ese era el regalo por su natalicio. Y de nuevo los ruidosos vítores invadieron la sala. Bajaron ellos tres de la tarima, acomodándose en una mesa que estaba dispuesta en diagonal a la mía y saludándome, brindamos los cinco desde lejos. El Dj, tomó la palabra y anunció el espectáculo central. Un evento que sería premiado para aquella mujer u hombre, que lograra sin ayuda de las manos y en menos de tres minutos, hacer acabar a… «El Monje Tibetano».
    
    Paola me miró intrigada, yo busqué con la mía a Martha y ella a su vez, la de nuestra amiga Almudena. Claramente nadie sabía de qué trataba aquello. Y se hizo silencio por unos minutos, se apagaron las luces y de improviso música relajante se dejó escuchar y del centro del techo un haz de poderosa luz ámbar creó un círculo sobre la iluminada figura de… Sí, efectivamente un hombre sentado en posición de loto, cabeza rapada y de ojos rasgados, vestido por una túnica carmesí, que cruzaba su pecho y tapaba su cintura.
    
    Nadie hacia o decía nada, por lo tanto el Dj, animó a las personas allí presentes a intentarlo. Solo cinco dijo él. Y aseguró que el premio al ganador o ganadora sería sumamente reconfortante. —¡Solo cinco personas! ¡Vamos! Anímense ...
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