La Doncella (II): El Pozo Negro - Relatos Eróticos

La Doncella (II): El Pozo Negro

... más para sobrevivir. Simona y yo llegamos de últimas pero al verla llegar, otras mujeres se apartaron y nos dejaron un hueco grande en el centro, donde estaban los mejores trozos.

Es la ventaja de las nuevas… Soy una sombra de lo que fui, pero aun puedo moler a golpes a cualquiera de estos esqueletos.

Simona comienza a asustarme… Fuerte, decidida, dispuesta a todo por sobrevivir. ¿Qué quiere de mí?

Aprovecho y como lo que puedo. El pan está lleno de tierra pero estoy hambrienta… Tenemos que beber directamente de los cubos como animales abrevando.

Al terminar, todas quedamos rendidas sobre aquel suelo. A pesar del calor, la tierra está húmeda y el toldo le impide secar. El sudor lo empeora todo: el ambiente es húmedo, terriblemente húmedo.

En un rato, vemos como los guardias arrastran a un prisionero. Lo han sacado del otro cobertizo… El de los hombres, está frente al nuestro y es más del doble en extensión. Golpeándolo con los palos lo arrastran hasta una picota de madera situada frente a nosotros, entre ambos toldos. El instrumento de tormento es un yugo o cepo horizontal unido a un pequeño poste vertical de un poco más de tres pies. Está pensado para sujetar a la víctima por cuello y muñecas. Para colocarlo allí tienen que soltarle las manos pero sólo por un instante. Los guardias lo sujetan fuertemente y lo colocan en el cepo sin piedad. Una vez inmovilizado por completo aprovechan para golpearlo, en la espalda, en el culo… Usan los palos pero también le dan patadas, en el culo, en la barriga, en la entrepierna. La víctima está en una postura que debe ser terriblemente incómoda, completamente doblado hacia adelante, totalmente indefenso. Cuando por fin se van, todas miramos al infeliz. Delgado, demacrado, desnudo, con una barba que le tapa por completo la cara.

Ya ves como son los guardias… Si por la noche sigue vivo, lo encerrarán en una de las cuevas y lo tendrán allí solo sin apenas alimentarlo hasta que se cansen.

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Cuando empieza a bajar el sol, los guardias se reúnen en el centro del patio. Justo al lado de su víctima, el hombre del cepo, que permanece completamente inmóvil, no sé si vive.

Los siniestros guardianes. Los diablos de este infierno hacen un corrillo y comienzan a jugar a algo con gran interés. Uno de ellos, grande y barbudo, abandona de repente el grupo jurando como un demonio. Simona sigue a mi lado y habla:

Basilio, o “Belcebú” como le llaman todos. Es el más viejo y se cree el jefe, pero acaba de quedar eliminado en el juego de los dados.

¿Juegan a los dados?

Se juegan el orden en que estarán contigo…

No quiero pensar en eso. Como un niño, cambio de tema:

¿Quién es el jefe de los guardias?

Ramona…

¿Una mujer?

Ya habrás visto que es fuerte y mala como los demás. Yo diría que más… sobre todo más cruel. Es hija del anterior alguacil mayor. Bajaba aquí ya de niña y empezó a mandar en todos cuando murió su padre.

Y la aceptan como ...