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La Doncella (II): El Pozo Negro
Fecha: 25/06/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Baron Ashler, Fuente: TodoRelatos
... medio del fango. ¡¡¡Qué!!! Algo me toca… Abro los ojos… Una forma levemente humana me toca los muslos. Parece una mujer pero está muy deteriorada… Su pelo es una maraña gris, su cuerpo es un esqueleto siniestro cubierto por un pellejo repugnante, casi putrefacto. Su olor es como un pinchazo profundo en la nariz. Una mezcla de orina, sudor, suciedad y, sin duda, excrementos. Está encadenada igual que yo pero sus grilletes están totalmente cubiertos de herrumbre. Cuando me manosea, oigo el inevitable ruidito que hacen los eslabones. Al sentir sus dedos largos y huesudos sobre mi piel no puedo más que apartarme todo lo posible mientras chillo: Déjame, déjame, no me toques. Tienes la piel suave y calentita… Ella era fría como un cadáver. Su voz era débil pero chillona. Se me antojaba siniestra, nada de fiar. Déjala, déjala en paz -la voz, firme y más fuerte viene de mi derecha. Al mirar en esa dirección veo otra forma arrastrándose hacia mí. Sigue ordenando a la primera que se retire. Curiosamente la obedece, se aleja pero no se acaba de ir. Se queda vigilando, tal vez esperando otra oportunidad. La segunda mujer se para a una distancia prudencial. No quiere incomodarme, al menos, de momento. Está menos deteriorada… Limpia y peinada sería hermosa. Muy morena de piel y de pelo. Ahora tiene una mata negra sobre su cabeza que parece un enorme gato muerto. Su piel está empezando a tomar un color extraño. Sus senos fueron grandes, debieron ser carnosos y abundantes, pero ahora están empezando a parecer odres semi-vacíos. No es todavía un esqueleto pero sus muslos y sus brazos empiezan ya a parecer palos. Sus uñas son increíblemente largas, como garras. Encadenada, por supuesto, el metal está empezando a envejecer. Claramente, lleva menos tiempo aquí pero ya se está deteriorando físicamente. Tanto ella como la primera mujer van completamente desnudas, no parecen tener ningún pudor por tapar los pechos y el sexo. Perdona a mi amiga, cuando llega una nueva nos descontrolamos mucho. ¿Cuál es tu pecado? ¿Pecado? Tu delito… Aquí todas somos putas o ladronas. O las dos cosas. ¿Tú que eres o qué has sido? … No contesto, ¿le digo quien soy? no me creerán; ¿miento?, ¿me invento algo? ¿Qué has hecho? -insiste. Nada… ¿En serio? Todas empezamos negándolo. Pero algo debiste hacer… … Venga yo no te voy a juzgar… … Puuuta, yo creo que es puuuta.. -dice, de repente, la otra mujer, más bien el espectro maloliente. Calla Dominga… tú si que eres puta y ladrona también. Yo… yo enamoré al hombre equivocado -me atrevo a decir. Vaya señora refinada… ¡¡¡Enamorar!!! ¡¡¡Que te calles, Dominga!!!, ¿Un hombre de familia poderosa? Sí, mucho… ¿Casado? No… pero destinado a una gran boda. Su familia se ha librado de mí enviándome aquí. Pues sí que deben de ser poderosos. ¿Y tú lo amabas o te dejaste querer para beneficiarte? Más bien lo segundo. Pues has sido un poco puta… Tranquila aquí lo serás ...