Incesto con mi padre el día de mi boda
Fecha: 24/06/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: Quique, Fuente: TodoRelatos
... universidad?
-Bien.
-¿Y con tu padre?
No le mentí al responder:
-Genial.
-Me alegra oír eso.
Le eché la mano a la polla.
-¿Sabes lo que me alegraría a mi?
-Sí, pero estoy muy cansado.
Me sentó cómo una patada en el coño, pero lo besé en la frente y le dije:
-Vale, cariño, descansa. Mañana es otro día.
Una hora y pico más tarde, Albino, dormía a pierna suelta. Pensé en como me había besado mi padre. En cómo me había comido las tetas, en como me había comido el coño. En como me había penetrado, y no hizo falta el Popper Lady para que mi mano izquierda magrease mi teta derecha y el dedo medio de la mano derecha se deslizase entre los labios vaginales para luego entrar dentro de mi vagina. Ese mismo dedo, mojado, acarició el pezón y la areola de mi teta izquierda. Luego lo metí dentro de la vagina, y con la yema pringada de jugos me acaricié el pezón y la areola de la teta derecha. Después fueron dos dedos los que entraron dentro de mi coño, dedos que después salieron y acariciaron mi clítoris hasta que me corrí.
Albino comenzó a roncar y me fui para la habitación de al lado. Al rato me entró el hambre. Me levanté de la cama y fui a la cocina a picar algo. Al entrar en la cocina me encontré con la sirvienta sentada en una silla con la bata y las piernas abiertas metiéndose una salchicha Frankfurt en el coño. Me pasó el hambre de comer y me volvieron las ganas de follar. Le dije:
-Con la comida no se juega, Silvia.
La muchacha, que tenía los ojos cerrados, con el susto que se llevó quitó la salchicha del coño y le cayó al piso. Me dijo:
-No le diga nada a nadie. Le prometo que no volverá a suceder.
-Tranquila, todas tenemos nuestros secretos.
Silvia, que era una muchacha flaca, de estatura mediana y de piel oscura, con ojos color café, que tenia las tetas pequeñas y el culo redondito, poniendo cara de seductora, me dijo con voz melosa:
-Si quiere que haga algo por usted... Haría lo que fuera -me miró para el coño y para las tetas-. Lo que fuera.
-Te diría que me hicieras un emparedado de jamón y queso, pero teniendo las manos de lo que las tienes...
-Yo había pensado...
-Sé lo que habías pensado.
-¿Y?
-Y lo que quiero es un emparedado.
-Ahorita se lo hago, señora.
Silvia se agachó para coger la salchicha, y al ver su culo pequeño y redondo y cambié de opinión.
-Has dicho lo que quisiera, ¿no?
-Sí, señora.
-Acaba de hacerte la paja con la salchicha.
-¿Quiere saber lo cochina que soy?
-Quiero.
-¿No sería mejor que viese como la hago en mi habitación? Aquí podría venir alguien y usted quedaría en mala posición.
-Allí querrías algo más.
-Lo querría todo.
-No me tientes...
Greta oyó la voz de Camila detrás de ella.
-¿De que habláis?
Le respondió Silvia.
-De unos emparedados, señora.
-¡¿Te tientan los emparedados, Greta?!
Me fui de la cocina sin responder a su pregunta.
Diez minutos después de meterme en la cama, sentí cómo alguien me ...