Sé valiente III - Relatos Eróticos

Sé valiente III

... salía.

Llegó a su sala común, entró al dormitorio y sacó su capa invisible. Se la puso y salió a pasear por el campo de Quidditch. No durmió en toda la noche, la pasó descalzo sobre la hierba mirando a la luna y a las estrellas.

Su ánimo taciturno no cambió en las siguientes semanas. Con Ron actuaba como si no hubieran tenido aquella conversación. Ron, por su parte, seguía también actuando como un amigo más, sin presionar a su amigo, a quien cedió la oportunidad de sacar el tema cuando él lo estimase oportuno.

El pico de placer revuelto en que había estado Harry la semana de la conversación con Malfoy y Ron también había cesado. Harry estaba apático, melancólico y totalmente sin libido. Sí, hacía los deberes. Sí, participaba en el equipo de Quidditch. Sí, pasaba tiempo con Ron, aunque con cierta distancia emocional. Pero todo el rato estaba buscando huecos para poder estar solo. No había cambiado el hecho de que no durmiera apenas. Deambulaba por las noches por el castillo como un alma en pena. Especialmente, le gustaba pasarlas en el campo de Quidditch, que de noche transmitía una quietud muy relajante.

El 20 de diciembre Mcgonagall, jefa de su casa, pasó un aviso a cada alumno de Gryffindor acerca de las vacaciones:

Como se hizo saber a principio de curso, este año el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería cerrará durante las vacaciones de Navidad y Pascua por razones de mantenimiento. Hemos prevenido a sus familias para que os recojan en Londres en la Estación de King’s Cross. Les rogamos que preparen el equipaje y no dejen nada de valor en el castillo, ya que no podremos garantizar que siga aquí cuando vuelvan.

Minerva Mcgonagall, Subdirectora.

Le dio un vuelco en el corazón, y fue corriendo al despacho de Mcgonagall. En su mano llevaba arrugados dos papeles. Llamó y sin esperar respuesta entró, encontrándola reunida con Dumbledore.

- Señor Potter, debería usted esperar a tener permiso para entrar.

- Minerva, déjalo. El muchacho viene atribulado y creo saber por qué. ¿Qué guardas en tu mano Harry?

- Esto- Harry enseñó el aviso de la escuela – No me pueden mandar otra vez con los Dursley.

- Sí que podemos, señor Potter. Es su familia y el colegio cierra.

- ¡Pero me harán la vida imposible, profesora!

- Sí, creo tener entendido que no son precisamente suaves, pero solo son quince días, Potter, tendrá que aguantar. De mis alumnos de Gryffindor espero que sean valientes.

- No lo entiende, profesora. Mire esto – Harry enseñó la otra nota, la que le mandaron los Dursley y que había sido el motivo de aceptar que Ron le hechizara – Me han amenazado de muerte. Yo tenía hablado con los Weasly que me acogerían en su casa.

Mcgonagall miró extrañada la nota que Harry sostenía en su mano y fue a alargar su brazo para cogerla, pero Dumbledore se adelantó. La examinó con seriedad y le dijo a Harry:

- Lamento decirte, Harry, que, pese a que esto es muy grave, no te queda más remedio que volver con tus tíos estas ...