1. Mojada por su jefe


    Fecha: 23/06/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: El Escriba, Fuente: TodoRelatos

    ... apartamento.
    
    Daniel se dirigió al frigorífico para ponerse hielo en el whisky, y al cruzar por delante del pasillo no pudo evitar aminorar la marcha a la vez que miró hacia el fondo. En el pasillo había tres puertas, dedujo que una sería la de un baño y las otras dos darían acceso a sendos dormitorios. Una de las puertas estaba abierta y había luz. Era en la que se encontraba Paola.
    
    Se puso los hielos y volvió hacia la zona salón. Al cruzar delante por delante del pasillo, volvió a mirar instintivamente por él, y esta vez, además de la luz que se vislumbraba en uno de los dormitorios, pudo ver cómo se movían algunas sombras en el pasillo. Dedujo que Paola se estaba desnudando, y en su mente visualizó a la mujer desnuda, con su cuerpo aún mojado por la lluvia, con sus generosos pechos, coronados por sendos pezones, apuntándole erectos y duros, mientras un pequeño tanga apenas podía ocultar su coño y separaba en dos perfectas mitades su tentador culo. Sin ser consciente de lo que hacía, una de sus manos se dirigió hasta su polla, a la que tanteó y apretó por encima del pantalón, dándose cuenta de la tremenda erección que estaba teniendo.
    
    Tuvo que dar un largo trago a la copa de whisky para serenarse. La polla había reaccionado con fuerza a sus pensamientos, alcanzando una buena erección que era perfectamente visible bajo el pantalón.
    
    Un instante después oyó cómo se abría una puerta y, de inmediato, el sonido característico de un secador de pelo.
    
    Daniel trató de calmarse mirando la ciudad por el gran ventanal que tenía ante él, pero una y otra vez, lo que venía a su mente era el cuerpo desnudo de Paola, sus formas, sus pechos, sus caderas, el culo delicioso que tanto le ponía, su forma de hablar y sonreír. Se sentía cada vez más cachondo.
    
    Mientras tanto, Paola había pasado a su dormitorio y se había quitado el vestido, las cuñas, e incluso la ropa interior, ya que todo ello estaba empapado por la lluvia. Se quedó descalza y vestida, si así puede decirse, únicamente con otro conjunto de ropa interior: se trataba de un sujetador y un tanga de color negro, con encajes y transparencias. El tanga se reducía a un pequeño triángulo delantero que, al ser semitransparente, incluso dejaba ver, en la distancia corta, los labios de su coño. Por detrás, una fina tira, separaba sus nalgas, no dejando ningún lugar a la imaginación.
    
    Estaba excitada, ya lo estaba en la oficina, sabiéndose sola con Daniel. Lo estuvo aún más cuando subió a su coche y le tuvo tan cerca durante el trayecto hasta su domicilio. Y lo estuvo mucho más cuando él le echó su chaqueta por encima y la abrazó para darle calor. Sentir su cuerpo fuerte y poderoso abrazando el suyo, y aspirar el suave aroma que desprende su perfume, en combinación con su piel, la habían llevado a excitarse de verdad. Cuando se desnudó pudo comprobar que la humedad acumulada en su tanga, no sólo era producto de la lluvia, si no del flujo que de su coño ya había manado.
    
    Con aquél conjunto de ...
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