Mojada por su jefe - Relatos Eróticos

Mojada por su jefe

Daniel es un hombre maduro, de casi 50 años de edad. Con el paso del tiempo, su apetitito y deseo sexual, lejos de moderarse, se han incrementado. Físicamente no puede quejarse y, aunque los años no pasan en balde, sigue teniendo éxito con las mujeres. De estatura mediana, 1,75 aproximadamente, su cuerpo es fuerte y proporcionado, pesa unos 85 kgs, de pelo que antes era negro y ahora está cuajado de canas, que le dan un aire intelectual muy interesante. Sus ojos son oscuros.

Trabaja en las oficinas de una empresa, donde ostenta un cargo de cierta relevancia, lo que le otorga cierta libertad, en compensación por las largas jornadas de trabajo y la mayor responsabilidad que con su cargo asume.

Aunque su jornada laboral termina oficialmente a las 5 de la tarde, casi todos los días se alarga un buen rato más, siendo de las últimas personas en abandonar el edificio.

Las oficinas están ubicadas en un moderno edificio, dentro de un área comercial y de oficinas, lo que los urbanistas llaman área de actividades terciarias, situada a las afueras de la ciudad.

Desde hace poco más de un mes, una de las personas que se encargaba de las labores de limpieza del edificio, ha pasado a desempañar tareas en la recepción y atención telefónica de clientes y proveedores. Se llama Paola. Comenzó trabajando en la limpieza porque necesitaba el empleo, aunque en su currículum figuraba que había trabajado en varias ocasiones como Administrativa. Ya ha cumplido los 50 años y, si con el uniforme de limpieza, llamaba la atención de Daniel por sus formas naturales, su sonrisa y su manera de contonear las caderas al andar, ahora con ropa de calle, con la que realza aún más su cuerpo, no hay día que no consiga provocarle una potente erección.

En más de una ocasión, en la que ambos han terminado de trabajar bastante más tarde que los demás, sus miradas se han cruzado, aunque ninguno de los dos ha ido más allá de dedicarse una leve sonrisa y algunas palabras corteses y educadas a la hora de despedirse hasta el siguiente día.

La tarde en la que sucedió la historia que os voy a narrar, Daniel, como casi siempre, continuó trabajando en su despacho hasta bastante más tarde que el resto del personal. Tenía que terminar de elaborar un informe concienzudo sobre la situación comercial y económica de una de las empresas competidoras, ya que iba a proponer al Consejo de Administración la absorción de dicha empresa, para ganar más cuota de mercado, más facturación y más beneficios, aprovechando las sinergias que se producirían con dicha absorción.

Este proyecto le estaba absorbiendo a él mismo, lo que hacía que últimamente sus jornadas de trabajo fueran realmente maratonianas.

Mientras tanto, el resto de la plantilla ya había abandonado el edificio, quedando tan sólo en él, la persona de seguridad, Daniel y Paola, la cual, no quería marcharse antes de que lo hiciera uno de sus jefes y de los máximos responsables de la empresa, ya que tenía cierto miedo a que la ...