Mojada por su jefe - Relatos Eróticos

Mojada por su jefe

... marquesina de la parada habían sido suficientes, con tal cortina de agua, para empaparla por completo.

- Paola, sube que te llevo –le dijo Daniel deteniendo el coche delante de la parada y bajando la ventanilla, por la que de inmediato comenzó a colarse el agua.

Paola sólo lo pensó un instante, pero rápidamente rodeó el vehículo y accedió a subirse en él.

- Gracias –dijo nada más subirse al coche.

- De nada mujer, te has puesto como una sopa, llueve muchísimo y no me supone nada acercarte a tu casa.

Paola le indicó la dirección dónde vivía, un nuevo barrio al otro lado de la ciudad, y sacó un par de pañuelos de papel para secarse el agua de la lluvia que le chorreaba por la cara, llevándose por delante el maquillaje.

- Debo de estar hecha un horror, con todo el maquillaje desbaratado y el pelo empapado –dijo Paola.

- Para nada, Paola. Sigues siendo una mujer muy guapa y atractiva –respondió Daniel, mirando de soslayo a su compañera de trabajo, a la vez que pudo comprobar cómo los pezones se marcaban en el tejido del vestido, mojado y pegado a su piel.

- Eres demasiado amable. Ninguna mujer puede estar guapa con el maquillaje corrido por su cara –añadió Paola, sintiendo la mirada de Daniel sobre su cuerpo y la excitación que esa certeza producía en su piel.

El trayecto transcurrió más lento de lo habitual. Como bien había predicho Daniel, el tráfico se puso imposible con la tormenta y, aunque la lluvia amainó un poco, el lío ya estaba montado. Llegaron hasta la dirección de Paola y aunque pudo aparcar el coche casi en la puerta, aún tendría que recorrer unos metros hasta el portal.

- Tengo un paraguas en el maletero, déjame que te acompañe con él hasta la puerta del edificio –se ofreció de nuevo Daniel.

- Sólo aceptaré si tú aceptas subir y tomarte algo. De algún modo debo recompensarte por el viaje –añadió Paola sonriendo.

- Está bien, subiré a tu casa, pero no como pago por el “viaje”, sino para tomar algo contigo –respondió Daniel quién, a duras penas, pudo mantener la mirada en los ojos de Paola, sin descender hacia su escote.

Daniel se bajó el primero del coche, para sacar el paraguas del maletero y abrir la puerta de Paola, a la que cobijó bajo su paraguas, muy pegada a su cuerpo, en el corto trayecto hasta el edificio, pudiendo sentir como sus cuerpos se rozaron, apretándose Paola contra él para evitar mojarse más de lo que ya estaba.

Una vez en el edificio se dirigieron a los ascensores y pulsaron el botón de llamada. Paola seguía muy mojada y, además, muerta de frío, su piel así la delataba.

- Estás helada –le dijo Daniel.

- Sí, tengo un poco de frío –respondió ella.

Daniel, sin mediar palabra, se quitó la chaqueta de su traje y se la puso por encima, a la vez que la abrazó para tratar de transmitirle su calor.

- Gracias Daniel, eres muy amable –dijo Paola, a la vez que aspiraba el aroma de su perfume y reconfortaba su cuerpo, dejándose abrazar mansamente por los fuertes y poderosos ...