Mojada por su jefe - Relatos Eróticos

Mojada por su jefe

... brazos de Daniel.

De esa misma manera hicieron el viaje de subida en el ascensor, hasta la planta sexta. Sin mediar palabra, aspirando cada uno de los dos el suave aroma del perfume del otro, sintiendo sus cuerpos juntos y el cercando aliento, cálido y húmedo de cada uno.

Daniel sólo soltó a Paola cuando se encontraron en la puerta de su vivienda, para que ella pudiera abrirla y le franqueara el paso. Era un moderno apartamento, compuesto de una cocina americana con una barra que daba paso al salón, el cual tenía, en la pared del fondo, una gran ventanal desde el que se veía gran parte de la ciudad, hoy bajo la intensa lluvia. A la izquierda del salón se abría un pasillo que, sin duda, daba acceso a la zona de dormitorios y baño.

- Siéntate por favor –le dijo Paola, ofreciéndole asiento en el gran sofá que presidía el salón.

Daniel se acomodó, no perdiéndose ni un instante de lo que Paola hacía. El vestido mojado, dejaba traslucir su ropa interior, y se le pegaba en los muslos y caderas. Era una escena muy provocadora y erótica. Justo lo que su polla necesitaba para volver a experimentar una erección, cosa que así sucedió.

Por su parte, Paola sentía la mirada de Daniel sobre su cuerpo y, lejos de incomodarla, hizo que su propio cuerpo reaccionara. Aquél hombre le resultaba muy atractivo, y lo era aún más en las distancias cortas. Tras el serio hombre de traje, siempre correcto y con las palabras justas, se escondía un hombre hablador y educado, que se comportaba como un verdadero caballero, aunque a ella le gustaría que fuera un poco más canalla. Creyó sentir como la humedad se apoderaba de su sexo, aunque no estaba segura si aquella humedad era el fruto de la excitación o, simplemente, la humedad de su vestido mojado por la lluvia traspasando hasta su tanga.

- Creo que he mojado tu chaqueta por dentro, estoy empapada –dijo por fin Paola.

- No te preocupes, lo importante es que tú no te pongas mala, no vayas a coger frío, porque te has mojado de verdad –respondió Daniel.

- No querría ponerme mala, no. A ver si ahora que he ascendido, van a despedirme si me doy de baja –dijo ella riendo.

- Sabes que no sería así. Apreciamos mucho el trabajo que haces, Paola –respondió Daniel-. Aún así, mejor no te pongas mala.

- No, mejor no ponerme mala. Mira, en el mueble tienes para ponerte algo de beber, mientras me voy a cambiar de ropa y a secarme el pelo.

Paola cruzó el salón y se dirigió por el pasillo hacia el fondo, mientras tanto, Daniel se acercó al mueble del salón, para ver qué se podía poner de beber. No era un gran bebedor, pero apreciaba poder saborear una buena copa de vez en cuando. Vio que Paola tenía whisky de una de las marcas que más le gustan, así que no dudó en ponerse una copa.

- Paola, ¿tienes hielo? –preguntó en voz alta para que ella pudiera oírle.

- Sí, claro. En el congelador del frigorífico lo encontrarás, no te cortes en buscar lo que necesites –respondió ella desde el interior del ...