1. Entre el amor y el deseo.


    Fecha: 22/06/2019, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... completamente unidos, nuestros pubis coincidían exactamente, así que, a sabiendas de la abstinencia a que lo tenía condenado su esposa, se me ocurrió hacer una “travesura” y como quien no quiere la cosa fui pegando poco a poco mi pubis a su entrepierna, hasta lograr un roce que me producía una agradable calidez, no tardé en sentir la respuesta de su parte, pues mi pubis ahora se restregaba contra un creciente bulto.
    
    La pieza llegó a su fin y el contacto entre ambos se rompió. Nos separamos sin atrevernos a mirarnos a la cara. Aunque hubo ocasión de repetir el baile, preferimos no hacerlo. Cada quien por su lado siguió departiendo con los invitados, nos evitamos estratégicamente el resto de la velada, aunque podía intuir que él me buscaba con la mirada cuando estaba seguro de que nuestras miradas no se cruzarían, lo sé, porque extrañamente yo hacía lo mismo.
    
    Al principio lo había hecho con un afán meramente investigativo, por mera curiosidad o si ustedes quieren, por traviesa. Sin embargo, el hecho de sentir su “hombría” en contacto con mi intimidad, aunque fuera con las ropas de por medio, me había hecho descubridora de una sensación novedosa, agradable, aunque pecaminosa, porque se trataba del abuelo de mi novio.
    
    Las horas transcurrieron y llegó el inevitable momento de las despedidas. Yo pretendía que nos marcháramos sin tener que verle la cara a don Claudio, pero mi novio me arrastró hasta ellos “para despedirnos como es debido de los festejados”. A medida que nos acercábamos a ellos yo sentía que mi corazón se aceleraba y me daba la impresión de que incrementaba su tamaño dificultándome la respiración. Se me caía la cara de vergüenza cuando finalmente estuvimos frente a ellos, seguía sin atreverme a mirarlo a la cara. Yo me despedía de doña Diana cuando escuché a don Claudio comentándole a mi novio.
    
    —Cuídala mucho, hijo; tienes un tesoro de mujer a tu lado. Ten por seguro que si yo tuviera tu edad te la bajaba sin compasión... Pero, desgraciadamente, a mi edad sólo puedo soñar con cosas como esa. Sin embargo, allá afuera hay muchos pelafustanes que no vacilarán en intentarlo... Cuídala mucho, hijo, cuídala.
    
    Al escucharlo decir eso de mí, sentí que “mi travesura” no había tenido un efecto tan negativo en Don Claudio, el enorme peso que llevaba encima de pronto se hizo más ligero. A pesar de ello seguí sin atreverme a verlo a la cara.
    
    —¿No te despides del abuelo?
    
    —Ya me había despedido de él, solamente me faltaba despedirme de tu abuela.
    
    Esa noche, cuando mi novio me dejó en casa, fue evidente que la fogosidad que le imprimí al beso de despedida fue mucho más intensa que de costumbre, él tuvo que romperlo porque amenazaba con hacerse eterno, además de que pude notar su respuesta viril en ciernes rozarse contra mi entrepierna. No le di demasiada importancia al hecho, eso sucedía con más frecuencia de la que quisiera. Y el adiós llegaba para los dos, que estoicos, nos despedíamos manteniendo intacta nuestra promesa.
    
    Esa ...
«12...4567»