1. La venganza a una infidelidad. Parte 1


    Fecha: 20/03/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Gneas10, Fuente: TodoRelatos

    ... algo. Gimo casi tanto como ella. Siento un poder absoluto. Si me estimulara un poco el clítoris seguro que volvería a tener un orgasmo. Bueno, y por qué no, para eso es mi zorra. Salgo de ella, me siento delante de su cara, la cual elevo. Tiene la mordaza y la barbilla llenas de saliva. Se la bajo. Respira fuerte. Su sonrisa ha desaparecido, ahora tiene cara de pura intensidad y del placer más basto posible. Ahora sonrío yo.
    
    -¿Te gusta mi polla?
    
    -Me encanta, ama.
    
    -¿A que es mejor que la del gilipollas de mi novio?
    
    -Mucho mejor, ama, mucho mejor.
    
    Tiene la respiración acelerada.
    
    -Así me gusta, ahora lame, que quiero volver a correrme.
    
    Le bajo la cara hasta mi coño y comienza a lamer como si la vida le fuera en ello. Hago una foto mientras está en ello, pero la hago con dificultades, pues la estimulación es extrema. No tardo ni un minuto en correrme. Grito hasta la extenuación. Tiene un don en esa lengua. Le vuelvo a elevar la cara y le lamo los labios. Vanesa sigue aceleradísima.
    
    -Sabes, me encanta cómo intentas gemir pero la mordaza no te lo permite, convénceme de que no te la ponga y así puedas gritar de placer libremente.
    
    -Haré lo que quieras.
    
    -Si eso ya lo estás haciendo. Eres mi puta, ¿o no te acuerdas?
    
    Se queda en silencio. Tiro de la cadena de los pezones para escucharla gemir.
    
    -Te lo permito durante un ratito, pero tiene que gustarme como gimes, sino vuelvo a ponerte la mordaza.
    
    -Sí, ama.
    
    Le quito el antifaz, las esposas y me tumbo bocarriba al lado suyo.
    
    -Vamos, cabálgame.
    
    Con prisa, se coloca sobre mí, empalándose sobre mi polla morada. Apoya las manos a los lados de mi cabeza y empieza a botar. Es un espectáculo. Agarro sus tetas mientras que la cadena de las pinzas se mueve sin parar. Sus sonoros gemidos llenan la habitación. Sus movimientos son cada vez más violentos. Observo como también hace círculos con sus caderas sobre mi dildo. Mi mano derecha sube e introduzco dos dedos en su boca. Deja de botar y comienza a moverse adelante y atrás, rozando su clítoris con mi monte de Venus. Gime más alto. Con mi mano izquierda le quito una de las pinzas y soy yo quien la pellizca el pezón. Su cuerpo tiembla sin control. Los gemidos orgásmicos brotan y empapa mi pelvis con sus fluidos hasta quedarse quieta del todo. Le saco los dedos de la boca y poso ambas manos en sus caderas en lo que recupera el aliento. Aun así, tras unos segundos de calma empieza a moverse de nuevo.
    
    -¿Aún quieres más?
    
    -Sí, ama.
    
    -Bájate.
    
    Medio resignada se sienta sobre la cama. Voy al armario y saco los dos últimos juguetes que aún no he usado. Me hago con el primero, una especie de micrófono pero cuyo cabezal redondo vibra, vaya que si vibra. Me quito el arnés, le hago extender las piernas y coloco las mías cruzadas. Empiezo a frotar mi coño con el suyo en posición de tijera. Nuestros gemidos se compaginan. Frotamos con intensidad, deslizándose perfectamente gracias a los flujos de ambas. Le llevo mi pie a la ...