1. La amiga de mi madre, tan deliciosa como su hija


    Fecha: 05/06/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Juan, Fuente: TodoRelatos

    ... sonriendo.
    
    —Volvamos a casa. Estoy deseando ser tu postre, y que me folles de nuevo.
    
    Parecía que hubiera tenido un sueño como el Faraón y supiera que después de los siete años de vacas gordas, vendrán otros siete de vacas flacas y estuviera guardando sensaciones, vivencias, recuerdos, que pudiera evocar en épocas de escasez.
    
    La entrada a su casa esta vez fue diferente. Sabíamos lo que iba a suceder. Fui desnudándola despacio. A cada prenda, un suspiro de ella y un beso mío. A la vez que yo, ella me iba quitando la ropa. Al quitarle el sujetador, su suspiro se hizo más largo, como lo fueron mis besos sobre sus pechos apuntando hacia mí. Tumbada sobre el lecho, unté de nuevo crema sobre su delicioso coñito, extendiendo mis dedos hasta dentro de su vagina.
    
    —No sé lo que os gusta a los jóvenes Pablo, enséñame. Haz lo que te apetezca.
    
    Quería experimentar y yo la iba a entrenar.
    
    —El sexo no tiene reglas, solo déjate llevar de lo que sientas —le hablaba mientras con mis dedos la acariciaba para ir acelerando su ritmo.
    
    —Has activado la circulación de mi sangre, has hecho brotar múltiples orgasmos de mi cuerpo yermo —me respondió cerrando los ojos y acelerando su respiración—. Sigue follándome.
    
    Estimulado por sus jadeos decidí tomar de inmediato posesión de ese cuerpo tan abandonado en los últimos meses. Dejé que cogiera aire, me acosté y la hice que se sentara sobre mi dándome la espalda y aprovechando lo dilatada que estaba, metiéndosela entera hasta el fondo. Sin darle instrucciones comenzó a subir y a bajar, despacio al inicio, gimiendo, acariciándome los huevos con violencia, descontrolada, giraba su cabeza hacia mí reclamando besos, lo quería todo, iba acelerándose, mientras yo la sujetaba por la cintura tratando de frenarla, para alargar nuestro polvo. Aprendía rápido, su sensualidad la desbordaba, su sequía pasada la exigía, su ternura me transportaba, y así aguanté hasta que en un arreón acabó con mis defensas, y cuando sintió su vagina inundada de mi líquido, se dejó ir, a la vez que se destensaba su cuerpo de nuevo, acabando en una explosión, que rompió en mil pedazos los recuerdos de ambos.
    
    —Dios mío, cuánto lo he echado de menos —le salió expulsado de su boca como la lava de su vagina—.
    
    Tras un tiempo que no supe calcular cuánto fue, inicié un movimiento para marcharme.
    
    —Quédate a dormir … por favor. No quiero quedarme sola.
    
    ¿Cómo negarme a esa petición?
    
    —De acuerdo, pero no creo que pueda dar más de mí, después de la sesión pre siesta y post siesta me has fundido. ¿Es muy pronto en nuestra relación para ver una peli en la cama? —sugerí riendo.
    
    —El sexo no es solo un polvo aquí y ahora. Se disfruta más combinado con una relación placentera, compartiendo aperitivo, conversación, una peli. —respondió.
    
    Mientras yo hacía zapping, ella hacía polling, jugaba con mi polla, distraídamente como sin darle importancia. Acostumbrada a pollas de cincuenta o más años, creía que podía jugar con la mía sin que ...