1. La amiga de mi madre, tan deliciosa como su hija


    Fecha: 05/06/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Juan, Fuente: TodoRelatos

    ... masajeándola para verla en su punto. Yo me esforcé en prepararla, acaricié su coñito entre gemidos, en un código morse de gemido largo gemido corto, y que yo interpreté como no pares, sigue.
    
    Con su coñito bien lubricado, su cuerpo cansado y su mente entregada comencé a moverme dentro de ella con ritmo cadencioso, sin acelerar aún, dejando que fuera de nuevo su cuerpo abriéndose al placer. Su respiración la delataba. Los suspiros tronaron en gemidos. Alcanzó rápidamente el orgasmo antes de calmarse, soltando una nube de espuma blanca que inundó la habitación de olor a hembra bien follada. Pero ya no se conformaba, no estaba dispuesta a quedarse atrás. Se subió sobre mí, busco mi polla con su mano, hasta situarla dentro, se dejó caer, maniobrando hasta que con la dilatación que llevaba, se la empotró entera, y comenzó su baile, sus tetas se enfrentaban a mis ojos directamente, su cadencia me elevaba, joder ahora sí follaba bien.
    
    —¿Estás bien? —le pregunté.
    
    —Uff estoy divina.
    
    Ya había perdido su fuerza inicial, pero no su deseo, que seguía en la cima. Era pura sensualidad, se entregaba como una hembra hambrienta.
    
    —Eres muy buena follando.
    
    —Me encanta el sexo, cuando siento complicidad —me dijo.
    
    Ya había perdido la vergüenza, solo deseaba disfrutar. Pero había que reponer fuerzas.
    
    —¿Sigue en pie tu oferta de invitarme a cenar? Me gustaría sentirme como una pareja, no ser solo un polvo.
    
    —Será un placer.
    
    Nos fuimos caminando a la calle Ponzano, donde reservé en la Máquina, uno de mis lugares preferidos cuando iba a Madrid. Ella se vistió con un ajustado vestido negro, que la hacía más juvenil, y cogió un chaquetón de cuero grueso. El olor de su perfume hizo aletear mi nariz, embriagándome antes de hacerlo con el vino.
    
    —¡Estás al tanto de los sitios de Madrid! —exclamó.
    
    —Te has arreglado espectacular. No merecías menos.
    
    Mientras nos servían un tomate con ventresca para compartir de primero, comenzamos a hablar de cosas más personales, proyectos, lo que hacen las personas normalmente, antes de irse a la cama. Nosotros nos habíamos reencontrado como si fuéramos desconocidos, porque no nos conocíamos en realidad, y en dos días estábamos follando.
    
    —Me siento divinamente Pablo, aunque te parezca mentira, estar cenando como una pareja, acalla mi conciencia. No quería pensar que solo deseabas follarte a una madurita.
    
    —No solo, pero desde luego que deseaba follarte, desde la mañana del día 24 que salimos en Salamanca. Y si no hubiera otros comensales, quitaría la cubertería, y te volvería a tumbar en la mesa.
    
    —Resultas un poco grosero; pero he de reconocer que no recuerdo que me follaran como lo has hecho tú.
    
    Estuvimos disfrutando del ambiente joven de esa hora, y comprobando a mi alrededor que ninguna de las treintañeras podía competir con la sensualidad de Elena. Nos comimos la boca en público sin importarnos a ninguno de los dos dar la nota.
    
    Cuando el camarero nos preguntó si deseábamos postre, ella negó ...
«12...678...»