1. Samantha de 11 y su maestro Pt.2


    Fecha: 05/06/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Maestrowow, Fuente: SexoSinTabues30

    ... palabra más que quejidos. Topé con algo, era himen.
    
    — De acuerdo, todo lo anterior que sentiste no va a ser nada comparado con esto que viene, ¿de acuerdo? —le advertí. — Estoy lista. —dijo.
    
    En realidad yo creo que por más que la hubiera preparado toda la noche, nunca hubiera llegado a estar lista por más que ella lo creyera así, pero pensé que decir eso podría espantarla, así que solo seguí mis acciones.
    
    La saque casi toda de su coñito, la vi a los ojos, y empujé, llegué a su himen nuevamente y un instante después ya lo había atravesado. Su rostro cambió inmediatamente: las lágrimas que había intentado contener ahora comenzaban a desbordarse, sus ojos se abrieron de golpe, quiso gritar, pero su voz se ahogó. Sabía que le dolía, era realmente apretado, y aún faltaba un poco para llegar hasta donde estaba amarrada su braguita como señal de límite. Tras quedarme quieto unos segundos, pensé que podría comenzar a moverme, pero apenas hice el mínimo movimiento, Sam se quejó y apretó mi brazo, así que me detuve. Su rostro ya estaba empapado en lágrimas y estaban llegando a su cuello. No soy fan del BDSM, pero sus lágrimas me parecieron tan excitantes, que comencé a lamerlas, cuello, mejillas, le quite sus gafas y me dirigí a sus ojos, después de eso ubiqué su boca y decidí besarla. Ella respondió igual, con un beso, está vez fue ella quien recibió mi lengua en su boquita. Su nariz y ojitos estaban un poco rojos por el llanto.
    
    Sin darme cuenta de cuánto tiempo había pasado, cuando sentí que se había dejado llevar por nuestro beso, comencé a moverme, reaccionó, pero ya no parecía quejido, sino un leve gemido. Su coñito me seguía apretando muchísimo. Primero lento, casi todo para fuera y luego otra vez hasta donde estaba. Mi verga salía con manchas de sangre. Sin que me diera cuenta fui aumentando el ritmo del mete y saca y ella el de sus gemidos, no tarde en llegar a la marca que había hecho con sus braguitas, topaba, sacaba, metía y repetía el proceso.
    
    — ¡Que rico, maestro! —gemia. — Tu cuerpecito es delicioso Sam, tu coñito de 11 años me aprieta demasiado. Dime Sam ¿qué eres? —pregunté con esperanza de escuchar aquello que le había repetido varias veces. — So… soy una… soy su putita, maestro. —dijo de manera entrecortada.
    
    Escuchar aquello de ella por primera vez me hizo estremecer. Volví mis mete y saca más agresivos y rápidos, la entrada de su coñito se encontraba violentamente con sus braguitas amarradas a mi verga, habíamos topado con el límite que establecimos. Con un brazo la rodee por la espalda y levante su cadera para que ella lo sintiera más profundo sin necesidad de quitar las bragas. Seguimos con ese ritmo por varios minutos; incluso en algún momento, sentí como ella también movía rítmicamente sus caderas. El tono de sus gemidos, sus movimientos de cadera y la velocidad que llevábamos me hacían ansiar tomar aquel límite marcado y romperlo para terminar de introducir todo. Mil y un ideas pasaron por mi mente en un segundo: ...
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