1. Conexión en mente y cuerpo


    Fecha: 04/06/2019, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Matthew, Fuente: TodoRelatos

    ... orgasmos. Se acariciaba con el aparato telefónico para mí o lo acercaba para que pudiera escuchar el chapoteo de sus dedos entrando en su sexo o mimando su clítoris. Solía también chupar sus dedos y hablar con la boca llena y babosa cuando me describía la felación que deseaba hacerme.
    
    Os aseguro que aquella chica inventó el ASMR erótico antes de que existiera.
    
    Así, entre fantasías y orgasmos compartidos, milimétricas narraciones que nos servían para hacer un mapa al detalle de nuestros cuerpos y el inevitable tema de llevar aquello a la realidad algún día, llegamos a algo que debía acercarse a la telequinesis. Y es que a veces, mirándonos a distancia cuando nos encontrábamos por ahí, si establecíamos suficiente contacto visual, parecíamos sumergirnos juntos en ese mundo al que solíamos escaparnos para gozar el uno del otro. Solía decirme que su novio se follaba su cuerpo, pero en su mente solo entraba yo. Y nuestra relación se acabó convirtiendo en algo casi obsesivo y puede que no muy sano para los dos, aunque también algo que no podíamos evitar, porque si intentábamos aguantar una semana completa sin escucharnos, los recuerdos nos consumían, e imágenes de lo que nunca ocurrió realmente, pero que se grababa a fuego en nuestra memoria, se arremolinaban en torno a una promesa de escaparnos juntos y dejarnos llevar por fin y poder devorarnos el uno al otro.
    
    Pero dicen que el cuerpo no puede existir sin la mente, mientras que la mente se siente prisionera si no puede notar el aire fresco de una existencia verdadera a través del cuerpo. Por eso cada vez se nos hacía más difícil disimular y aguantar los metros que siempre nos separaban cuando coincidíamos en persona. Y por eso sabíamos que teníamos que dar pasos, aun a riesgo de ser descubiertos.
    
    De forma furtiva nos reunimos en un parque cerca de casa de Mónica, donde buscamos un lugar apartado para besarnos y así luego tener referencias de aquel momento en nuestras historias de ficción. Compartir saliva, enredar nuestras lenguas, mordernos, chuparnos, saborearnos… Probamos todo lo que pudimos en el breve espacio de tiempo que tuvimos a solas. Y es que nos costó, además varios intentos, aquel sigiloso encuentro, ya que María vivía en el mismo edificio que Mónica y cuando me veía por la zona tenía que disimular fingiendo que solo pasaba por allí, para que no nos ubicara en el mismo espacio físico.
    
    Admito que dar pasos en esa dirección era más difícil para mi amiga que para mí, ya que suponía una infidelidad, pero creo que ninguno pensaba con claridad en aquella época y nos dimos cuenta de que nuestra aproximación fue muy fructífera para incorporarla en nuestro vocabulario telefónico que nos unía con más orgasmos y una mayor conexión fuera del plano real.
    
    Nada podía apartarnos del deseo de repetirlo.
    
    Y nos fuimos viendo cómo podíamos para hacer pequeñas cosas, incluso aprovechando los descuidos de los demás.
    
    Una noche que salimos con el grupo de amistades, Mónica me metió en el ...
«12...456...9»