1. El accidente que cambió mi vida


    Fecha: 04/06/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Olorarosas, Fuente: TodoRelatos

    ... pero aún no había sido convenientemente usada, y mi perversión era muy lenta para mis deseos. Poco a poco me hicieron una magnífica mamona y la polla de Raúl penetraba hasta mi garganta, pero a pesar de mis esfuerzos, por lo menos el 25% de la misma se quedaba fuera de mi boca, mis labios no llegaban a su base. Con la de Sergio solo me podía meter el glande, pero todo entero. Y naturalmente, mi boca y mi estómago empezaron a saborear el semen y a disfrutar de él. Además de los maravillosos líquidos de las mujeres.
    
    Ocho meses después de iniciar la rehabilitación, mis piernas estaban ya curadas, aunque me hacía “algo” la coja en el cole y en casa para engañar a la gente y a mi padre. Paula me compró unos zapatos de tacón de aguja de 5 cm y de 7 cm. Con el de 5 cm me manejé desde el primer momento. Medias de rejilla mediana hasta casi la entrepierna. Empezaron a enseñarme cómo maquillarme, de tipo sencillo y de tipo recargado, vamos, de puta, puta. Y aunque en mi casa casi no fumaba, por la calle, y en el cole con las amigas, sí.
    
    Y por consejo de Paula y mis nuevas maestras sexuales, me uní a mi amiga Ana y sus pervertidas amigas del cole, entre los 17 y 19 años, y empecé a masturbar, a mamar todas las pollas que se me ponían por delante, y a dejarme tocar todo mi cuerpo por sus amigos veinteañeros. Pronto Ana y yo nos hicimos inseparables y nuestra fama de mamonas lecheras (que se tragaban el semen) llegó hasta los amigos más adultos discotequeros, con lo que las pollas que mamábamos eran ya pollas de verdad, y nuestros cuerpos empezaron a ser verdaderamente usados, sin problema alguno de nuestra parte para entregarnos a ellos. Pero aunque me lo pedían constantemente, no me dejé follar aún. Quería algo especial.
    
    Y ese día llegó. El tiempo pasaba y mis necesidades sexuales iban creciendo brutalmente. Y en esa forma de excitar mis deseos, Paula fue una gran maestra. Estaba desesperada por no ser follada una y otra vez todos los días. Ya no usaba ni los sujetadores que me regaló Paula. Me había convertido en una verdadera puta viciosa, loca por quedarse preñada. Paula se dio cuenta que si no me follaba Raúl o Sergio, ya que mi padre se resistía pese a meterme desnuda en su propia cama, pronto me dejaría follar por mis amigos, así que una tarde, de las que con la excusa del masaje me iba a follar con Paula y sus amigas, me preparó una fiesta única.
    
    Cuando nos desnudamos las dos, yo me tumbé en la camilla y ella se subió encima de mí. Nos gustaba más usar una camilla que una cama de las que habían en el puticlub. Paula empezó a besarme dulcemente, mientras su mano derecha jugaba con mi coño, sus dedos se introducían muy adentro y mi clítoris era pellizcado, masajeado, retorcido, estirado y muchas cosas más. Sus besos se hicieron más fuertes y su lengua penetraba profundamente en mi boca jugando con la mía. Y en pocos minutos me corrí y me dijo:
    
    --¡Córrete puta, córrete mucho hoy, que te hará falta lubrificante vaginal!
    
    Eso me hizo ...
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