1. El accidente que cambió mi vida


    Fecha: 04/06/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Olorarosas, Fuente: TodoRelatos

    ... masajes más que eróticos. Con habitaciones perfectamente insonorizadas.
    
    Sí, amigos y amigas, esa clínica escondía una importante casa de putas juveniles y lo que podríamos llamar una sección/departamento, de mujeres pervertidas, la mayoría casadas, adictas a toda clase de orgías y gang-bangs profundamente depravados y extraordinariamente pagados. Esa iba a ser mi casa, la escuela donde me enseñarían toda clase de vicios. La oficina en la que me conseguirían todos los clientes que deseasen usar mi cuerpo a su antojo, siempre que pagasen el precio convenido.
    
    Poco a poco, ya me estaba acostumbrando a ir sin bragas siempre, y Paula me había comprado unas faldas muy cortas y unos sujetadores finos que se abrían por delante, así iría con sujetador pero fácilmente "quitable" para que mis amigos jugasen con mis tetas (yo ya había vuelto a mis clases en el instituto).
    
    Pero mi excitación y temperatura sexual subía a tal velocidad y mis deseos perversos eran tan imparables, que en mi casa empecé a jugar con mi padre, a llevar faldas ultra-cortas o camisetas extra largas que apenas tapaban mi culo, y a enseñar más piernas de la que una hija debería enseñar a su padre y menos aún sin bragas. Por supuesto, mi pubis estaba perfectamente rasurado desde el principio. Notaba en la entrepierna de mi padre el bulto que se le formaba cuando jugábamos, cómo tragaba saliva con dificultades, y como empezó a no rechazarme.
    
    Y Paula me ayudó mucho en eso. Llamaba a mi padre, salían a tomar algo por las noches, se besaban y tocaban, pero tardó más de tres semanas en volver a follar con ella. Paula calentaba a mi padre y le dejaba con las ganas de follar. Así iba dejando que mi padre llegase a casa con ganas de meter su dura polla, en el primer coño que tuviese a mano, o sea, el mío. Y yo empecé a usar camisetas más cortas con largos tirantes, y lógicamente, sin sujetador ni bragas. Mi padre tenía mis tetas y mis agujeros inferiores siempre a la vista y a su entera disposición. Sus manos empezaron a palpar mi casi desnudo cuerpo con timidez, y yo no apartaba mis manos cuando jugando con él, masajeaba su polla por encima del pantalón ¡ya era mío!
    
    En el gabinete, ya no habían tapujos. Yo me desnudaba nada más entrar y no solo me masturbaba con Paula, sino que tenía relaciones sexuales con ella y con las otras mujeres en cuanto tenían un hueco. El sexo lésbico me atrajo fuertemente y comprendí por qué Paula se definía como "lesbiana con hombres". Pero también yo empecé a jugar con Raúl y Sergio. Sus pollas, besos y abrazos eran constantemente usados por mí, y mi cuerpo se estremecía con sus deseos de poseerme. Sus pollas eran largas, pero la de Sergio era un monstruo de gruesa. Como decía Paula, cuando Sergio penetrase dentro de mis agujeros, todas las demás pollas del mundo podrían entrar sin problemas.
    
    Perdí todo concepto de moral y ética sexual. Empecé a fumar potentes porros y coca dos o tres veces a la semana, mis deseos sexuales no paraban de crecer, ...
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