1. El accidente que cambió mi vida


    Fecha: 04/06/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Olorarosas, Fuente: TodoRelatos

    Cuando vi, con enorme alegría, cómo Paula bajaba el slip de Raúl y su enorme polla, totalmente empalmada apuntaba a la entrada de mi coño, para romper de una puta vez mi vergüenza de ser follada por desconocidos, casi me alegré del brutal accidente que unos meses antes habíamos tenido mis padres y yo, y que fatalmente, se llevó mi madre a la tumba, y a mí me mandó casi dos meses al hospital.
    
    Paula, totalmente desnuda como yo, se subió a la camilla de espaldas, puso su culo a la altura de mi boca, se abrazó a Raúl y mientras ellos se comían a besos y yo chupaba y penetraba con mi lengua en el coño y en el ano de Paula, la polla de Raúl empezó a invadir mis entrañas y a dilatar como nunca antes mis músculos vaginales. Yo empezaba desde ahora, mi vida de puta extraordinariamente liberada.
    
    Todo comenzó un día, en que mis padres y yo, finalizando la ESO, íbamos a casa de mis abuelos maternos a pasar en el pueblo el fin de semana, como tantas otras veces, cuando un camión no respetó el stop al entrar en la carretera, chocó contra la parte derecha de nuestro coche, mató a mi madre, y a mí me envió a dos hospitales en los que estuve un mes y medio. Al salir del segundo hospital y quitarme las escayolas, me ordenaron una larga rehabilitación de caderas y piernas que inicié en la misma cama del mismo hospital, y luego en una clínica rehabilitadora particular concertada.
    
    Allí conocí a Paula, clásica chica lesbiana y extrovertida que tiene sexo con hombres y disfruta con ellos, pero que se ofende si se la llama bisexual. Cuando me vio con las muletas acompañada de mi padre, me miró a los ojos, y de arriba abajo, y sin cortarse nada me dijo delante de mi padre:
    
    --Laia, con lo buena que estás y en la zona donde tienes que recibir los masajes, voy a hacer que te corras todos los días varias veces. Y si no lo consigo, ¡me corto los pezones!
    
    Yo me sonrojé de forma extraordinaria y mi padre casi se parte de la risa porque al guiñarle un ojo a mi padre mientras me hablaba, este lo cogió como una broma de Paula para animarme. Si, si, ¡menuda bromista era la lesbiana esa! Entramos las dos en su gabinete, me ayudó a quitarme la ropa, quedarme con unas mini bragas, me ayudó a subir a la camilla para el masaje y me cubrió con una sábana. Miró detenidamente las radiografías que le había llevado. El diagnóstico ya lo conocía por fax.
    
    Me levantó la sábana por las piernas y fue palpando sin prisas cada trozo de ellas, mientras miraba los dos cuadros luminosos donde estaban colgadas las radiografías. Palpó la cadera y mi entrepierna de manera muy profesional, se le notaba en la mirada que estaba muy concentrada en el trabajo y me dijo que me diese la vuelta. Ella me ayudó, y cuando lo conseguí, oí un prolongado y suave silbido y oí también su voz:
    
    --Joder tía, ¡menudo culo tienes! ¿Estás segura que no eres una puta profesional? Estás buenísima. Y esas pequeñas cicatrices que tienes, conozco un cirujano plástico que te las puede eliminar casi totalmente ...
«1234...12»