1. El accidente que cambió mi vida


    Fecha: 04/06/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Olorarosas, Fuente: TodoRelatos

    ... visto, tampoco Paula se lo imaginó tan intenso, que se acercó a mi cabeza mientras se secaba la mano y me preguntó al oído:
    
    --Vaya, parece ser que te gusta el sexo, ¿no es así puta?
    
    Yo asentí con la cabeza con enorme vergüenza y ella me la levantó, me la giró para que nos miráramos las dos a los ojos y me dio un beso en los labios, suave, muy suave, y luego otro, y otro, cada vez más fuertes, y yo empecé a devolvérselos. Al final cogió mi cabeza, aplastamos nuestros labios en un largo y apasionado beso, y dejamos que nuestras lenguas jugaran como niñas recién despertadas al placer.
    
    --Te juro que yo te enseñaré a dominar tu cuerpo y a darle el mayor placer que te puedas imaginar. Dominando tu cuerpo dominarás tus emociones, y dominando tus emociones, tus placeres serán puro éxtasis. Haré de ti una puta viciosa, muy viciosa. Me gustas y te quiero conmigo, a mi lado -me dijo- No solo rehabilitaré tus piernas, sino que haré de tu entrepierna algo glorioso.
    
    Yo, totalmente sonrojada y sin entender demasiado, volví a asentir y esbocé una ligera sonrisa. Ese orgasmo me había destrozado, hecho polvo, y me había despertado sentimientos desconocidos y a la vez, muy agradables. Paula dejó entonces la parte sexual y empezó su verdadero trabajo de fisio. Dejó el sexo y empezó el tratamiento rehabilitador ¡qué lástima!
    
    Cuando terminó la sesión, se lavó bien las manos, me dijo que descansase dos o tres minutos y que me vistiese, que ella iba a hablar con mi padre. Cuando salí al pasillo distribuidor con mis muletas, mi padre no estaba en las sillas que allí había y al girar por ese pasillo y a través de los grandes vidrios de la puerta de entrada, vi a mi padre y a Paula que en la calle estaban hablando y riéndose, mientras se fumaban un cigarrillo. Al salir y llegar a su altura, le dije a mi padre que no se olvidase de recoger las radiografías y demás documentos médicos, y mientras mi padre entraba a recogerlos, Paula me puso con rapidez uno de sus cigarrillos en mis labios y mientras me lo encendía, me decía:
    
    --Fuma rápido, quiero que cuando salga tu padre te pille fumando y verás como desde ahora no te pone problemas para fumar en casa y ante él. Fuma poco cada día, y al menos un cigarrillo delante de él para que se acostumbre a verte. Aunque no entiendo que a tu edad no te deje.
    
    Apenas le di tres o cuatro chupadas, mi padre salió con cara de mala leche y me preguntó por qué estaba fumando estando enferma, y también miró a Paula, que con todo desparpajo le dijo:
    
    --Mira Gabriel, ya te he dicho que tu hija está pasando por malos momentos ¡y no está enferma! Va a tener una rehabilitación larga y dolorosa, así que te ruego le permitas algunas libertades y además, no ha sido ella quien me ha pedido el cigarrillo, sino yo quien se la ha dado y encendido sin darme cuenta. Pero si no le abres las puertas a que se sienta un poco libre, igual cree que está en manos de la antigua Inquisición. Déjale una puerta abierta, para que no se encuentre ...
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