1. Antes de las vacaciones


    Fecha: 28/05/2019, Categorías: Gays Autor: ShatteredGlassW, Fuente: CuentoRelatos

    ... minutos después junto con otras seis o siete personas que siguieron su camino mientras él se encaminaba a la pequeña plazoleta donde había quedado con los demás y con Sergio. Un punto de encuentro equidistante de las casas de todos. Para su sorpresa y alegría, tan solo se pasaba cinco minutos de la hora acordada. Apretó más el paso, pues, aunque le había visto esta mañana, de pronto sentía una añoranza extraña de definir.
    
    Sergio ya estaba ahí, puntual como un reloj suizo. Apoyado en el respaldo de madera de un banco desvencijado su postura relajada resaltaba la delgadez natural de su cuerpo, de miembros largos y fibrosos, pero no especialmente fuertes. Su piel cremosa y suave contrastaba contra la camisa de manga corta que había elegido, de un intenso color azul marino. Sus vaqueros deshilachados y estéticamente agujereados, más cortos que los elegidos por Iván, enseñaban unas piernas delgadas y libres de vello, rematadas por unas Converse azules bastante baqueteadas y que empezaban a romperse cerca de la goma. Con una sonrisa recordó la negativa tajante de su amigo a reemplazar sus amadas zapatillas hasta que la suela literalmente se caía a pedazos. Sus inconfundibles rizos morenos, apretados como elásticos muelles de azabache, estaban malamente contenidos dentro de un moño en lo alto de su cabeza, tan tentador como prohibido. A Iván le encantaba hundir sus dedos en el pelo de Sergio, esponjoso como la lana pero muchísimo más suave. El problema era que su amigo lo detestaba.
    
    En el momento en que ya casi podría haberle tocado de haber querido, se echó a reír con ganas. Una risa franca, alegre y exuberante que sacudió su cuerpo menudo de arriba abajo. Iván miró a Alba, una compañera de la universidad y amiga, y la dirigió un breve saludo con la mano antes de palmear la espalda de su amigo, que seguía riéndose. Sergio se giró para mirarle, con los ojos aún húmedos por la risa que empezaba a remitir. Esos ojos sorprendentes, de un intenso tono gris plomizo y rodeados de unas pestañas tan densas y negras que casi parecían artificiales. Sin duda unos ojos hermosos, pero extraños. Sergio se irguió en su estatura, no más de un metro setenta y cinco y bastante por debajo del uno ochenta y seis de Iván, aunque su abultada melena rizada le añadía unos cuantos centímetros de propina; y dio un par de puñetazos amistosos en el bíceps del joven que ensanchó su sonrisa, a la espera de que le hiciesen partícipe de la broma.
    
    –¿De qué os reís, cretinos? –bromeó Iván saludando a Alba con dos besos.
    
    –Oh, de nada, de nada importante. Sólo le contaba a Sergio que al profesor ese que siempre va con el de estadística se le han caído las gafas al plato de sopa mientras comía. Ha puesto perdidos a todos en la mesa.
    
    La anécdota en sí no tenía nada de particular o ingeniosa, pero todos volvieron a estallar en carcajadas al imaginar la escena. A ellos pronto se sumaron Marta y Lucas, quienes también se rieron en cuanto Alba les hizo partícipes del ...
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