1. Siete pecados (IV): Gula


    Fecha: 06/04/2021, Categorías: Fetichismo Autor: Absenta78, Fuente: TodoRelatos

    ... que estoy tumbada. No comprendo qué pretende hasta que veo que saca una aceitera: quiere lubricar mi sexo. Como si estuviera cocinando, con su mano izquierda vierte un fino chorro de aceite en mi coño mientras con la derecha sigue empujando con suavidad la botella en él. La sensación del denso líquido en mi clítoris y del tapón dilatándome es excitante… Me abro todo lo que puedo, dispuesta a que me penetre, pero para mi sorpresa no es eso lo que quiere… O no de esa forma. Apartando un momento la botella para descorcharla, me avisa:
    
    —Esto lo vi en una película…
    
    Todo pasa en cuestión de un segundo: el tapón sale disparado hacia el techo y, antes de que el champán siga el mismo camino, me enchufa la botella en mi coño. Me la mete de sopetón todo lo que puede, hasta donde empieza a anchar. De inmediato el líquido estalla en mi interior: la espuma inunda mi sexo hasta rebosarlo, disparándose hacia lo alto como ungeiser, imparable. Como si le pareciera poco, comienza a follarme con la botella, una y otra vez, mientras la espumosa cascada de champán brota de mí… ¡La sensación es brutal!:
    
    —¡¡AAAAAAH!! ¡¡HIJO DE PUTAAAH!! ¡¡AAAAAAH!!
    
    Me retuerzo como posesa, expulsando todo el líquido sobre su cara mientras él trata de beberlo, fuera de sí…
    
    Cuando el maremoto termina y por fin me saca la botella, vuelve a agitarla para echar a presión sobre mi cuerpo los restos del champán. Abro bien la boca, esperando recibirlo, pero apenas queda un chorrito que se dispersa en gotas que intento recoger con desesperación. Mi pareja se da cuenta y se dispone a remediarlo: sube a la encimera para colocarse a horcajadas sobre mi cara, agarrando su pene… Otro chorro dorado cae sobre mí, pero esta vez concentrado y cálido. No cierro la boca; solo lo recibo, dejando que desborde por ella…
    
    —¡Bebe, cerda! ¡Bebe! —grita con rabia—. Es cien por cien natural…
    
    Su orina cae también por el resto de mi cuerpo: tetas, vientre, pubis… hasta la última gota. Pero su excitación no decrece. Agarrándome la cabeza me introduce su falo, rezumando pis, para follarme la boca:
    
    —¡Trágala! ¡Traga, joder!
    
    La engullo; me mete la polla entera hasta el fondo de mi garganta, hasta casi la arcada. Parece que quisiera meterme también los mismísimos huevos… Mis ojos lagrimean… Me deja sin aire…
    
    Cuando la saca, envuelta en espumeantes babas, me la repasa por las mejillas como un loco:
    
    —¡¿La quieres?! ¡¿Quieres más?!
    
    —Sí… —balbuceo, jadeante—. Fóllame…
    
    Enardecido, se lanza a hacerlo. Colocándome a cuatro patas sobre la encimera me la mete desde atrás velozmente, una y otra vez, clavando sus dedos en mis nalgas y su polla en el fondo de mi coño hasta que por fin se corre dentro de mí. Una… dos… tres descargas… Su zumo caliente me llena y rebosa entre los labios vaginales. Estoy empapada; por fuera y por dentro, pero no satisfecha; ha sido todo demasiado rápido. Necesito algo más. Algo que me llene mejor y por más tiempo:
    
    —¡Quiero más! —le exijo—. ¡Dame más, ...
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