1. Siete pecados (IV): Gula


    Fecha: 06/04/2021, Categorías: Fetichismo Autor: Absenta78, Fuente: TodoRelatos

    ... vaginales. Como crema de una manga pastelera, el puré de fruta sale de mí directo a su boca:
    
    —¡Mmm…! ¡Qué bueno, joder!
    
    Lo mastica, traga, y rebaña con su lengua dentro de mi vagina, buscando más. Me deshago de gusto; quiero probarlo:
    
    —¡Dámelo! ¡En mi boca!
    
    Con los últimos restos aún por tragar, acerca sus labios y los une a los míos para pasármelos en el beso más sucio que haya tenido hasta ahora. Lo devoro todo con fruición: plátano, fluidos, su propia saliva… Lo trago como si fuera la comida más deliciosa del mundo…
    
    ***
    
    La puerta del horno me devuelve el reflejo distorsionado de mí misma. O tal vez no sea una distorsión… Realmente, no me reconozco. Y no es una cuestión física; el cambio es interno: Mi sentido del pudor, mis reparos por la higiene, mi asco por lo escatológico y soez… se han esfumado. Mis prioridades son otras, pervertidas y morbosas.
    
    Tomo un respiro echada sobre el mármol y cubierta por la mezcla de nata, mermelada, zumo y ahora plátano, que mi hombre arrastra con la mano por mi piel para llevársela a la boca, como si rebañara una suculenta salsa:
    
    —Mmmm… Esta mezcla marida muy bien… —me dice, chupándose los dedos.
    
    —“Maridar”… “retrogusto”… “propiedades organolépticas”… Me encantan todas esas chorradas que decís los chefs para daros importancia… —«¡Soy yo la que está diciendo eso?! No puede ser…».
    
    —Vaya, vaya… Cómo la tenías guardada… Pues lo tuyo también tiene gracia, con tanto medir proteínas, hidratos, grasas… Para los nutricionistas todas las recetas tienen que ser supersanas. Nos tenéis a los cocineros hasta los…
    
    —Dilo, dilo… hasta los cojones… —Me gusta como suena, no puedo evitarlo. Me llena la boca y los oídos: ¡Co-jo-nes!
    
    Algo en mí quiere provocarlo, pero parece que no lo ha conseguido:
    
    —Bueno, no discutamos por eso. Vamos a firmar la paz Tenía reservado champán para cuando terminásemos la cena, y aún no hemos brindado como merece la ocasión.
    
    —¿Y a qué estás esperando? Además, tengo una sed…
    
    —Tranquila —me dice, sacando la botella de la nevera—. Te vas a hartar de beber.
    
    Sus palabras me crean curiosidad. El tono en que lo ha dicho y la mirada que me está lanzando mientras le quita el precinto me hacen sospechar. Deja el cuello de la botella limpio, pero todavía no le quita el tapón. Me lo acerca a la boca; evidentemente no para que beba… Con un gesto me incita a chupar el grueso y redondo corcho; parece un glande y lo lamo como si lo fuera, mirando a mi pareja a los ojos. Consigo encenderle:
    
    —Te gusta, ¿eh? ¿Quieres probar más?
    
    Asiento con la cabeza y baja la botella hasta colocarla entre mis piernas… La apoya sobre mi coño… El vidrio está helado; un escalofrío recorre mi sexo y abro los muslos de forma refleja. Es como tener sobre mí un pene gigante y frío, muy frío… Pero la sensación no va a durar mucho; apoya el tapón en la entrada de mi vagina y lo frota con lentitud a la vez que con la otra mano rebusca en uno de los armarios inferiores de la encimera sobre la ...
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