1. 28 años


    Fecha: 18/05/2019, Categorías: Infidelidad Autor: pinoverde, Fuente: TodoRelatos

    ... cuello.
    
    Las prisas se nos estaban apoderando.
    
    Es la hambruna y el delito de ser apasionados.
    
    Comenzamos a caminar apurados.
    
    Apurados y abrazando nuestras respectivas cinturas.
    
    Abrazando nuestras cinturas y besándonos.
    
    Besándonos y metiendo nuestras manos en el bolsillo trasero de los vaqueros.
    
    Y todo eso en una noche a tres bajo cero, en una ciudad de montaña bajo un palmo de nieve embarrada.
    
    Inevitablemente, tropezamos.
    
    Inevitablemente, caímos.
    
    Carol cayó encima.
    
    Y, al hacerlo, comenzó a reírse.
    
    Lo hizo con ganas, como si de un plumazo, se borraran nóminas, calendarios de vacunaciones, presupuestos, menú escolar inadecuado, sarampiones e hipotecas.
    
    Pensaba que la magia se había disuelto pero aquella risa, algo hombruna, totalmente honesta, acrecentó todavía más la sensación de que, lo que nos estaba ocurriendo, no podríamos nunca olvidarlo.
    
    - ¿Qué te parece tan gracioso? – le dije incorporándome.
    
    Y ella, desde el suelo, mirándome con esos ojos depredadores y pícaros, tan tiernos como peligrosos, extendió hacia mí una mano cómplice para que la ayudara a recuperarse.
    
    - Pues que somos igual de patosos y torpes que hace veintiocho años.
    
    Pensé.
    
    Recordé.
    
    La misma noche en la que nos desvirgamos caía una nevada increíble.
    
    Nuestro estreno se perpetró en el piso de un amigo, mientras afuera el invierno arreciaba dejando a la ciudad aislada bajo medio metro de blanco nervoso.
    
    A la mañana siguiente, sin nada que hacer en un lugar bloqueado, sin electricidad ni entretenimiento, nos dedicamos a repetir la hazaña, enseñándonos, gozándonos, perfeccionándonos hasta que pulimos la caja de Durex.
    
    Veintiocho años más tarde recuperamos la compostura y, tras besarnos dulcemente, retomamos la senda.
    
    Paramos a acariciarnos, paramos a saborear el néctar de nuestras miradas.
    
    Paramos a repetirnos cuan sabroso es lo prohibido.
    
    - Buenas noches.
    
    Es lo único que le dijimos al recepcionista del “Esperanto”, el hotel de cuatro estrellas que me autoregalé para celebrar mi breve retorno a la ciudad donde me había criado.
    
    Carol aguardaba a que las puertas del ascensor, abiertas de cara a la recepción se cerraran.
    
    Lo hacía exagerando la cara de beata mientras yo, desde atrás, sentía como sus dos manos, entrelazadas, apretaba con ganas todo lo que aguardaba bajo el tejano.
    
    Al quedar solos y empezar el artefacto su ascenso, se giró y antes de besarme, con una voz inmensamente cautivadora, con los labios a dos milímetros de los míos….
    
    - Parece que con los años, esto ha mejorado de tamaño….
    
    ….terminó de arrinconarme y dar por iniciado el juego.
    
    Salimos y casi corrimos, jugueteando, riéndonos a través de aquellos pasillos amplios de mármol pulido hasta lo obsesivo y cuadros pintado por el pintor chino menos comprometido y más estrafalario.
    
    No me cabía ninguna duda que, a través de las cámaras de seguridad, el recepcionista se estaba relamiendo con nuestro espectáculo.
    
    Llegamos ...
«12...567...14»