Merche y sus guarradas en el zoo - Relatos Eróticos

Merche y sus guarradas en el zoo

... cada vez que un chorro de lefa explotaba de la raja de su capullo.

-Vamos a tumbarla en la mesa que ahora le voy a dar polla yo – dijo Manolo levantado su cuerpo con dificultad. Apenas se levantó y se giró, pudo ver que la rubia ya estaba de pie con las piernas abiertas. Con los dedos de su mano izquierda a modo de pinza, recogía una espesa gota de lefa que quedó pegada en el capullo del peruano, debido a lo grumosa que era. Con su otra mano, gracias a que Julio con su corta polla había depositado la lefa muy cerca de la entrada de su coño, metía sus dedos sacando cuajadas de blanca lefa que tras mirarla llevaba a su boca para saborear la mezcla de leche y de babas de coño.

-Eso es puerca, sácate la leche de este cabrón para meterte yo la mía- dijo Manolo con la polla totalmente tiesa y elevada al cielo.

La rubia echó su espalda sobre la mesa. Apoyó sus codos para poder levantar su cabeza y no perder detalle de la follada que le iba a meter aquella polla.

No tan gorda como la polla anterior, pero era lo suficiente, y desde luego mucho más larga. Además que Manolo era mucho más macho follando. Aquel macho le tenía metida la tranca entera. Y entera la sacaba en cada golpe de cadera para meterla de nuevo y golpear el fondo del coño de Merche, que con su calentura al máximo, gritaba como una perra.

La asquerosa barriga de Manolo caía sobre el vientre de Merche impregnándolo de sudor de macho. Igualmente que a cada salvaje pollazo, goterones de sudor volaban de diferentes partes del cuerpo del gordo maduro para ir a caer sobre las carnes de la rubia, que al notarlos caer, recogía los que podía llevando su dedo impregnado de sudor a su boca. La rubia notaba que le faltaba poco para explotar.

Pero el viejo Basilio, que sabía que si conseguía metérsela a la rubia iba a durar muy poco, empezó a guarrear con la rubia a sabiendas de que era un autentica cerda.

-Mira, Manolo, mira que cerda – dijo acercando su cabeza a la de Merche y tras poner su boca a la altura de la de la rubia, dejó caer un gargajo espeso verde de mocos que cayó directo sobre la lengua de Merche. Apenas tragó la rubia aquellas asquerosidad, empezó Manolo a disparar certeros salivazos a la cara de Merche. Mientras su cuerpo botaba sobre la mesa por los fuertes pollazos que estaba recibiendo, ella con sus dedos recogía la saliva que caía fuera de su boca para llevarla a su interior. Parecía que por fin se iba a correr cuando nuevamente se adelantaron.

Manolo comenzó a gritar avisando de la descarga de huevos que se avecinaba.

-Me corro perra. Toma lefa caliente cabrona aghhh ahhh – gritaba sin dejar de dar pollazos y llevar en esta ocasión la lefa, a diferencia de lo sucedido con el peruano, hasta el mismo fondo del coño de Merche. Basilio hizo una señal a Julio, que desde que se vacío los huevos permanecía en la sala como absorto

-Trae a Candela – dijo Basilio. El peruano tardó en reaccionar, hasta que sonrió y salió de la sala.

Merche y Manolo estaban ...