Merche y sus guarradas en el zoo - Relatos Eróticos

Merche y sus guarradas en el zoo

... la rubia saliendo de detrás del árbol que la ocultaba. Los segundos que tardó en acercarse a Julio le sirvieron para hacer una visual de aquel macho. Era un madurito mucho más joven que Basilio. Tendría unos 50 años calculó. Bajito, panzón y muy moreno. Lo imaginó con su polla empalmada, morena gorda y peluda. Con ese pensamiento ya estaba delante de él cerrando su presentación agarrando su cabeza con las dos manos, y tras pasarle la lengua por la cara, le metió la lengua en la boca buscando la suya. Boca que aparecía con una dentadura completísima y muy blanca, todo lo contrario del viejo, que dicho sea de paso, Merche estaba ya deseando ver.

-Menos mal que habéis llegado. Os dije que no os entretuvierais y llegarais pronto antes de que llegue Manolo - dijo Basilio a los recién llegados al pabellón que servía para que los trabajadores pasaran la jornada y tuvieran sus vestuarios.

Manolo era el encargado de estos dos elementos. Los tres formaban el grupo de limpieza del zoo. Basilio no había querido contarle el plan de esa noche no porque Manolo fuera a prohibirles pasar unas horas de diversión allí con una guarra, sino porque Manolo era un putero empedernido y sería capaz de llevarse a la rubia y dejarlos a Julio y a él sin catar aquella hembra.

-Veo que vienes preparada – dijo el viejo de forma libidinosa al comprobar con su callosa mano que la rubia no llevaba ropa interior bajo aquel traje corto de vuelo. El viejo se encontraba con el mono con la cremallera bajada y las mangas atadas a la cintura, dejando así todo el torso desnudo. Apenas estuvo Merche a dos metros de distancia y una bofetada de peste a sudor mezclada con mierda de animal le llenó la nariz y le hizo que su coño comenzara a mojarse.

-Hola Basilio, que ganas tenía de verte – dijo la rubia agarrando un brazo del viejo y tras acariciarlo se lo levantó, asomando un sobaco peludo con la pelambrera pegada de sudor. Merche inspiró todo lo que pudo para a continuación comenzar a recorrer todos los rincones de aquel rincón con su lengua, impregnándola de aquel sabor amargo.

-Joder que puto día, vengo chorreando de sudor. Hasta ahora mismo no ha traído el cabrón este el pedido con los grillos de cebo. Ya estoy yo buscando otro proveedor que…Esta quién es?? – dijo el personaje que acababa de entrar.

Era Manolo. Maduro de edad entre Julio y Basilio. Unos 60 años le calculó Merche. Vestía el mismo mono que sus compañeros el cual traía la cremallera bajada hasta la gorda barriga. Asomaba un pecho peludo y brillante por las gotas de sudor que resbalaban desde su cuello. Una media melena descuidada de pelos ondulados y canosos le tapaba el cuello por detrás. Soltando la caja que traía entre sus manos volvió a hablar.

-No habréis traído una puta aquí, no cabrones? – soltó sin ningún tipo de respeto a la rubia a la que ya tildó como puta.

-No Manolo, es una amiga que quería conocer a fondo nuestro trabajo y la invité a que se quedara un ratito y enseñarle el zoo por ...