1. Merche y sus guarradas en el zoo


    Fecha: 26/12/2020, Categorías: Fetichismo Autor: Cerditoescritor, Fuente: TodoRelatos

    Merche lo tenía todo planeado. Aprovechando su primera visita con su sobrino al zoo, se quedó observando alguno de los trabajadores del lugar. Y su cuerpo reaccionó empitonando sus pezones marcando su estrecha camiseta y manchando su tanga de babas. El vejete que en ese momento recogía las cagadas del elefante con una pala, pudo ver claramente los pezones gordos que tenía aquella rubia bajo la camiseta. Lo que no se podía ni imaginar, era como le babeaba el coño a esa perra y que el causante de aquella calentura era él.
    
    Dos días después la rubia repetía visita pero sola. Paseo y anduvo hasta después de ver a varios empleados más, encontrar al viejo. Estaba en un descanso. Fumando apoyado en una valla.
    
    -Hola guapa, te gusta el zoo por lo que veo – le dijo el viejo enseñando media boca vacía de dientes con una sonrisa asquerosa.
    
    -Más que el zoo me gusta la gente que trabaja aquí – contestó Merche lanzando su primer aviso de a que venía.
    
    -Pero si yo soy un viejo, niña. Viejo y asqueroso – dijo aquel ser mientras tiraba la colilla del cigarro, y con su dedo meñique acabado en una uña negra y roñosa como la de sus otros nueve dedos, se hurgó en la nariz hasta sacar un moco asqueroso. Lo miró recreando su mirada y con un gesto se lo pegó en el pecho del mono verde que le servía de uniforme. La rubia se acercó intentando no llamar demasiado la atención de otros visitantes. Con una mano depositó un papel en el bolsillo del viejo. Ahí estaba su número de teléfono. Con su otra mano, agarró la verde mucosidad y la llevó a su boca mirando fijamente al viejo.
    
    -Que guarra la hija de puta – acertó a decir el viejo mientras se tocaba la polla acomodándola debajo de su mono verde.
    
    -Adiós guapo, espero tu llamada – contestó Merche.
    
    El viejo desconcertado no había reaccionado aun a saber que le había introducido Merche en su bolsillo. Entonces lo sacó y al verlo comprendió lo que dijo de la llamada. Se fue a terminar su jornada deseando ver a sus compañeros y contarle lo que le había pasado. Mientras, nuestra Merche salía del zoo en busca de su coche.
    
    Tres días después. Las nueve de la noche. El zoo hacía ya media hora que cerró sus puertas. Merche esperaba en un oscuro rincón que le indicó el viejo Basilio donde debía esconderse.
    
    Era la hora convenida, y efectivamente pudo ver acercarse por el camino más cercano una figura vestida con un mono de trabajo verde, Era un trabajador del zoo, pero no tenía la planta del viejo Basilio con el que ella había hablado estos días.
    
    -Buenas noches, señorita. Yo soy Julio. Vengo a recogerla como me indico el compañero Basilio. Acompáñeme por favor – le dijo el recién llegado a Merche.
    
    Era un maduro latino al que delataba claramente su acento y su color de piel. Eso de que le hablara con tanto respeto y educación era otra forma de poner cachonda a la rubia. Merche sonrió pensando que dentro de unos minutos estaría pidiendo, si por favor podía meterle la polla.
    
    -Hola guapetón, soy Merche – dijo ...
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