¿Un sueño hecho realidad? (10) - Relatos Eróticos

¿Un sueño hecho realidad? (10)

... es lo que me altera y lo que no. Imagino que debes estar deshecha con todo eso dentro. Si vamos en serio no puedes hacer esa distinción entremis problemas y tus problemas. Somos tú y yo, pero también somos nosotros. ¿Comprendes lo que quiero decir?

—Sí. Todavía me cuesta darme cuenta a veces, pero sí.

—Pues no vuelvas a ocultarme algo tan grave. La confianza lo es todo, sin ella no hay relación que funcione. ¿Por qué no pides una baja por problemas emocionales?

—Trabajar me ha estado ayudando estas dos semanas a no volverme loca. Ahora que ya es de dominio público al haberlo cazado la poli, estoy más aliviada.

—Bien, apoyaré entonces lo que decidas, pero piensa en cuidarte. ¿Y una reducción de jornada o algo así? Yo espero volver a encontrar trabajo pronto. Como si tengo que trabajar en una tienda o donde sea. No sería la primera vez.

—A partir de los 60 podría pedir exclusión de los turnos de noche. Lo cierto es que se me hacen pesados. De día estoy bien, pero de noche ya no tengo el mismo aguante. Esperar 5 años me parece demasiado. Lo de la reducción de jornada no lo había pensado.

—Solicítala. Y cuéntaselo a Óscar. No sé cómo has aguantado en silencio tantos días…

—¿Y si tengo VIH? —Se abrazó a él de nuevo y cerró los ojos con la cabeza contra su pecho.

—No sabemos si lo tienes o no. Hay que esperar a las pruebas. —Le acarició el pelo—. Y a todas las que te hagan de nuevo dentro de 2 meses. Pero, aún en el caso de que ese animal te hubiera infectado, afortunadamente hoy es una enfermedad crónica. Tratamiento, condones y punto.

—¿Y ya está? ¿Eso es todo? Llegué a pensar que sería mejor que lo dejáramos…—Le dirigió una mirada tierna con sus ojos grandes, verdosos y saturados de llorar.

—Oli, lo único que me importa es que ese bastardo se pudra en la cárcel. Es un delito y una putada lo que te ha hecho y por desgracia no se puede borrar. Pero quienes te queremos trabajaremos por minimizar tus secuelas en lo que podamos. Me importa una mierda todo lo demás.

—Te quiero, Toño. Te quiero tanto que después de esto, le he perdido el miedo a cualquier cosa. —Volvió a llorar hecha un ovillo en sus bazos.

—Y yo a ti, Oli. Se me encogió el estómago la primera vez que te vi y ya no pude sacarte de mi cabeza. Cada vez que hablábamos iluminabas la habitación y mi mundo. Nunca me había pasado: yo era de los que creía que esas tonterías solo pasaban en las pelis malas de sobremesa. —Sonrió sin querer—. Si no llegas a encontrar la nota que te dejé cuando me dieron el alta, creo que me hubiera ido a Alemania otra vez solo para olvidarte. Empecé a enamorarme de ti cuando me contaste tu vida en el italiano, solo porque fuiste sincera pero no te autocompadeciste.

Oli se apretó aún más contra él y lloró en silencio hasta quedar agotada. Se repuso y comenzó a hablar muy bajito, aún con voz temblorosa:

—Nadie me había dado tanto en tan poco tiempo. Yo me enamoré un poco cuando me abrazaste medio dormido en plena noche. ...